lunes, 3 de agosto de 2009

LUIS DURÁN. CREATURA Nº 42

No soy un gran conocedor del noveno arte. Ni está entre el primero de mis intereses. Pero tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte ha ido ganando en mi consideración muchos enteros. A la lectura, como muchos otros, llegué con Tintín, Asterix, Spirou (cómo me gustaban las aventuras de Spirou y Fantasio) o Mortadelo. Pero lo que no sabía todavía es que más allá de presentar historias clásicas de aventuras, historias bien dibujadas, divertidas y entretenidas, el cómic podía llegar más allá ser más.
Por casualidad llegué a Luis Durán. Fue una recomendación y me entregué a su lectura. Comparando su obra con lo que conocía del cómic me chocó. No era un cómic como los otros. No tenía color, sus dibujos no eran llamativos. En él no se presentaba la historia de un héroe, de un héroe de los clásicos, de los antiguos, un héroe que se enfrenta a un problema y que gracias a sus cualidades y a su determinación consigue derrotar ese problema, consigue salir vencedor de cualquier circunstancia por dura y complicada que sea. No eran así los héroes que encontré en las obras de Luis Durán. Eran héroes que no querían serlo, héroes solitarios, que no tenían tras sí una colectividad, un grupo humano que salvar, sino simplemente una historia personal. Eran héroes torturados, con problemas de aceptación, de situación en el mundo. Héroes expulsados de la realidad, de la sociedad.
Busquemos ejemplos. En Caminando por las colinas de arena nos encontramos con un héroe. Es un indio americano. Para conseguir ser un hombre y aceptado por la tribu ha de realizar un ritual de paso. Ha de matar a un oso sin armas. Pero como no es héroe, no un héroe consciente de serlo, un héroe poderoso, huye y se exilia de la tribu a la que no podrá volver ya nunca. Este es el héroe típico de Luis Durán. Uno que no lo es. Y como mucho es obligado a serlo. Otro ejemplo, Atravesado por la flecha. Bernard se distingue en el campo de batalla como un gran guerrero. Pero no le gusta su trabajo. La guerra. Es herido. Está muerto sin estarlo. Es atravesado por una flecha que al ser sacada provocará su muerte. Y es ahí donde se convierte en un héroe a pesar suyo. Los demás le toman como ejemplo Un grupo cada vez mayor de gente sigue a Bernard que no les lleva a ningún lado. Que no puede ser su héroe, su jefe, pero que acaba siéndolo pues las circunstancias le obligan a serlo. Y se convierte en la referencia para muchas personas, en la esperanza de un mundo mejor. Bernard sabe que no puede ofrecerles ese mundo y prefiere morir finalmente antes que seguir engañando a la gente.
Estos son los héroes de Luis Durán. Héroes que lo son a sus expensas. Héroes que no buscan ser héroes, empujados por las circunstancias y por el momento a ser lo que no han querido ser, lo que, por otra parte, no tienen más remedio que ser.
Además encontramos que esos héroes que no quieren ser héroes son reflejos de los héroes de los cómics clásicos, de los géneros típicos de los tebeos: caballeros, piratas, indios, etc.
Otra cosa de los tebeos de Durán que sorprende es la facultad del autor de contar historias. Parece como si hubiera comprendido que básicamente el hombre es un ser narrativo, que tiene la necesidad de contarse a sí mismo de contar su historia y la del mundo que lo rodea para así poder entenderlo, conocerlo, saberlo y tal vez transmitirlo a los demás.
En los libros de Durán hay siempre alguien que cuenta una historia. Alguien aparte del narrador. Tienen que contar su vida anterior. O un cuento relacionado con algo vivido. Como si la narración fuera la llave del conocimiento. Podemos incluso encontrar interrupciones en la normal narración de las historias, un aparte para que alguien cuente sus historias. Así sucede en Antoine de las tormentas, donde los cuentos de mamá Irene, interrumpen la narración progresiva de la historia, pero a la vez aportan, con un cambio de historia, de perspectiva, un nuevo punto de vista.Hemos de acabar ya pues se nos queda corto el espacio para seguir hablando de la obra de Luis Durán, de sus cómics, de sus historias, de sus personajes, de sus narradores, de su significación última que va muchas veces más allá de lo narrado. Seguiremos como uno de sus personajes, intentando ser animales narrativos.

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