jueves, 11 de diciembre de 2008

UN MACHO ALFA UN MACHO OMEGA DELIRIO VANO É QUESTO! CREATURA Nº 34.

Un macho alfa, un macho omega.

Un bar de noche. El Macho alfa (alto, rubio, fuerte) y el Macho omega (ancho, castaño, fláccido) comparten copas y conversación. Alrededor hay poca luz, alguna de colores estridentes. Bastante gente. Tienen copas en la mano. La conversación ya está iniciada cuando nosotros la captamos.

M.A. Así fue...
M.O. Hombre, así contado parece fácil.
M.A. Es que fue fácil.
M.O. Claro para ti esas cosas son fáciles.
M.A. Bueno, para que nos vamos a engañar, es verdad que yo ahí tengo facilidad. Con mi verborrea tengo mucho ganado.
M.O. (Irónico) Sí, es verdad que tienes verborrea..
M.A. Y tú si quieras podrías tenerlo igual de fácil. Sólo tienes que proponértelo, y dejarte la barba, dejarte el pelo largo, a lo mejor cambiar un poco el estilo de la ropa...M.O. Sí, claro, hacerme un minitú pequeñito, no te jode.
M.A. Pues a mí no me va mal siendo yo, así que a lo mejor siendo un miniyo te iba bien.
M.O. A mí tampoco me va mal.
M.A. Hombre, pero digo que a lo mejor tenías más éxito entre el personal femenino con un poco más de modernidad en tu estilo.
M.O. No creo, las mujeres se pirran por hombres seguros.
M.A. Eso es la mitad, echarle morro.
M.O. Pues esa mitad la tienes superada. Y yo creo que compensa tu otra mitad, porque tienes morro para las dos caras.
(Entra en su campo de visión dos parejas, mujeres del montón de las guapas, aunque sin excesos. Un poco pijas)
M.A. A esa me la he tirado yo.
M.O. A mí me suena. A lo mejor he pensando en ella mientras me la meneaba...
Es un poco pija para tu estilo, ¿no?
M.A. Las pijas se vuelven locas por tipos como yo, así con esta pinta de modernitos, de guays, de machotes.
M.O. Va a ser eso por lo que a mí no me hacen ni caso. (El Macho Alfa comienza a reírse mucho, tal vez fruto del alcohol)
M.A. ¿Ves a la otra? Es la prima y también me la he tirado.
M.O. Eres un cabrón... A mí me suenan mucho los novios.
M.A. ¿También te pajeas pensando en ellos?
M.O. (Con retintín afeminado) No, ya sabes que yo eso sólo lo hago pensando en ti.
M.A. ¡Cómo debe ser!
M.O. Yo creo que los novios son de mi barrio, ese se llama Joaquín o Pepe.
M.A. Dos nombres muy parecidos.
M.O. Mucho, mucho.
M.A. Voy para allá.
M.O. ¿Qué haces? Nos van a partir la cara... Que tú pegarás hostias como panes, pero yo soy un mariquita.
M.A. No te preocupes, voy a marcar un poco de territorio, a que se reconozca quien es el macho de verdad en este bar. Ya verás como se ríen ellas cuando me acerque.
(El Macho Alfa se acerca a las dos mujeres Ellas sonríen al verle, y le tocan un poco losbrazos y tienen un brillo en la mirada que el Macho Omega sólo ha visto en las películas, los novios le sonríen también y le saludan como si fueran hermanos suyos. El Macho Omega se relaja y piensa “¡Qué cabrón!” El Macho Alfa vuelve junto a su amigo)
M.O. Un día nos van a partir la cara. Eso sí, nos la partirán pero habremos disfrutado de momentos como este.
M.A. Qué no nos parten la cara, hombre, si me admiran. Las chicas me han dado el teléfono. A lo mejor las llamo mañana.
(El Macho Omega mira renconrosamente, otra mujer pasa por delante. Es del montón de las feas)
M.A. Mira una de las tuyas.
M.O. A veces te odio.
M.A. Anda, si sé que me quieres.
M.O. A esa me la he tirado yo.
M.A. (Mira medio divertido, medio con mirada de cabroncete) Y no la saludas...
M.O. Las que se acuestan conmigo no suelen sonreírme después...
(Cae el telón lentamente mientras la noche sigue)
A Julio.

lunes, 27 de octubre de 2008

ANA PÉREZ CAÑAMARES. LA ALAMBRADA DE MI BOCA. CREATURA Nº 33.

Ana Pérez Cañamares es una joven escritora canario-madrileña. Sabemos que en esto de la literatura la palabra joven no se aplica con la misma medida que en otras disciplinas. Para un futbolista ya es muy tarde cuando para un escritor es aún demasiado pronto. Así que sin hablar ahora de su edad ni de otras cosas, diremos siemplemente que Ana Pérez Cañamares es una joven escritora. Participante en diversas antologías, fanzines, revistas literarias, nuestra autora ha dado a la prensa dos libros en solitario, el libro de cuentos En días idénticos a nubes y posteriormente este que nos ocupa, de poemas, La alambrada de mi boca.
Su libro de cuentos, con un estilo actual, con personajes siempre en esa edad indefinida (lo mismo 12 que 92) de la adolescencia, con una tendencia que mezcla lo íntimo con lo irónico y lo realista con cierta tendencia a lo mágico, es difícil de encontrar, que no de leer, según propias palabras de la autora.
Pero vayamos ya al libro que nos ocupa este artículo de hoy. Publicado por la editorial Baile del Sol el libro parece que de momento está teniendo más vuelo que el anterior. También es cierto que la autora es más madura en estas lides, no sólo como artista, sino también como “presa” de editoriales y del mundillo editorial y literario.
El libro, pubicado en 2007, aparece divido en tres partes o capítulos. Tres, Dos y Una son sus títulos. Con ello se marca la relación la poeta con otras personas: tres son la propia poeta, su hija y su madre; dos la poeta y su amor; una es la propia poeta. Realmente y como no podía ser de otra manera, la verdadera protagonista de las tres partes es la autora, la poeta y sobre ella y su biografía pivota el total de la obra. Si bien en cada una de las partes lo que encontramos en su particular visión o su forma de relacionarse tanto con su madre como con su hija o su amor.
Estamos ante un poesía íntima, poesía del yo (la poesía que más en boga está y la más real o cierta que tal vez se pueda encontrar y por tanto la más sincera y la más necesaria). Es una poesía contruída a base de cotidianeidad, a base de biografía íntima, de momentos de intimidad, de gotitas de vida de la propia poeta que nos desgrana no sólo su vida grande de aspiraciones literaria y vitales, sino también y sobre todo su vida pequeña, su vida diaria que nos explica la verdad sobre alguien, sobre su propio interior. Esta poesía, como ya comentamos en otra ocasión, puede tener el problema de llegar a ser demasiado personal, de volverse intrascendente para un lector imparcial. No parece este el caso de Ana Pérez Cañamares, que sabe darle finalmente un vuelo a sus poemas para que sean no sólo entendidos y asumidos por el lector, sino sobre todo y ante todo compartidos, como si la experencia de la autora fuera universalizante a pesar de lo pequeña que pueda parecer o que realmente es. Tal vez sea este el mayor acierto de la poesía de la autora canario-madrileña, la capacidad para trascender de su yo y llegar al lector.
Para ello y ayudando mucho a esta labor encontramos que es una poesía hecha con palabras básicas, con palabras de la vida normal y cotidiana. Con un ritmo que no se sale de lo normal, que hace que los poemas parezcan contandos por una amiga que nos los va diciendo mientras bebe con nosotros una cerveza. Una poesía que no sé si por casualidad o pretendidamente huye de las complejidades y se hace básica a la vez que se ve básica la vida que nos va trasladando. Y que hace que la vida básica que nosotros conocemos nos recuerde a esa que leemos y que podamos así no sólo entenderla sino incluso asumirla como propia de nuestra experiencia, de nuestra vida.
Destacable es cierta presencia de la literatura en el devenir de esta poesía, referencias mínimas, casi escondidas a esta literatura que ha formado parte de la autora, que forma la vida de quien nos cuenta y que hace que lo nos cuenta se refleja en ello. Así tenemos una visión un tanto literaria de la realidad, todo es un poema, todo es material literaturizable (“Contar una historia es fácil...” y otro ejemplos que por falta de espacio no citamos).
De entre sus poemas podríamos destacar dos, Ortodoncia, que casi da título al poemario y “He sido la última entre mis hermanos...” Concluyendo, poesía de la experiencia que parece trascender, poesía simple y humana.


A Cristina, nuevamente.

jueves, 18 de septiembre de 2008

LA INCREÍBLE Y DISPRATADA HISTORIA DEL ZARPERO SIN NARIZ. CREATURA Nº 32. DELIRIO VANO É QUESTO!

La increíble y disparatada historia del zarpero sin nariz.

Cuando se despertó notó una sensación extraña en el pecho o quizá más arriba. No sabía que era. Parecían unas ganas terribles de estornudar y un no poder hacerlo. Abrió la boca y bostezó como un león del circo que fuera a comerse a tres domadores. En el espejo miro su cara un rato. No era buena. Tanta fiesta le estaba dejando una arrugas prematuras y unas bolsas en los ojos para los que no servirían de nada todas las cremas que se compraba. Se lavó la cara, las manos, detrás de las orejas. Se quitó las legañas persistentes. Pero seguía habiendo algo raro. Se paró ante el espejo y estuvo un rato pensando. Pero como no podía concentrarse todo lo que le salía era la alineación del Real Madrid: “Casillas, Ramos, Heinze, Pepe, Marcelo mira que es malo el Marcelo ese, Guti...” Al llegar a Guti el pensamiento se le fue de una forma imparable a Arancha de Benito y luego a Bibi Andersen. Meneó la cabeza para tratar de recuperar el orden de sus pensamientos. Volvió a mirarse en el espejo y salió
del baño, pero antes de salir dio un respingo y volvió a mirarse al espejo. ¡No tenía nariz! Era eso lo que le faltaba, la nariz. “Joder” pensó “¿Qué me ha pasado? ¿Y mi nariz?” Su nariz no era muy hermosa, pero sin duda era útil. Le servía para respirar y para oler, para apoyar las gafas de sol y sobre todo para su ocupación más querida: la zarpa. Tuvo momentos de histeria. Volvió a la cama y la revolvió a ver si encontraba su perdida nariz, pero allí no estaba. Desolado se sentó en la cama revuelta y pensó en qué hacer. Respirar respiraba, no sabía cómo pero lo hacía. Fue al médico. Este le hizo pruebas y le dijo que no pasaba nada, que se podía vivir sin nariz, que él respiraría bien y que más o menos olería y eso. Para las gafas de sol y para la zarpa no le dio ninguna solución. Su vida, su vida de joven y de diversión y de alegría, su vida más completa, estaba a punto de acabarse. Fue al bar donde se reunía con sus amigos. El cachondeo fue general. Todos le decían que era un despistado, que si había perdido también otra cosa que ahora no se veía y esos chistes tan típicos de los bares y tan finos todos. Sus más íntimos después de las risas le dieron un poco el
pésame ¿Qué iba a hacer ahora? Eso era lo que él se preguntaba y lo que todos le preguntaban. Pidió una cerveza para consolarse. Sus amigos, sensibilizados, pensaron en no consumir delante de él durante cierto tiempo. Otros le acompañaron en sus pasos de la noche anterior por si encontraban la nariz, fue inútil. Uno, el más sabio, le dijo que no se preocupase, que había muchas más cosas aparte la zarpa: “Está el cristal, M, anfetas, porros, keta, qué sé yo, sólo tienes que buscar, algo encontrarás.” Él sólo pensaba en la pintada que había en la fachada de enfrente del bar : “La zarpa es el postre más dulce” Sí la zarpa era el postre más dulce. Y el plato principal. Y los entrantes. No había nada tan dulce. Buscó nuevos métodos para consumirla. Se la comía, la untaba por la piel en una especia de emplasto, pero nada le servía. Hicieron una prueba científica para comprobarlo. Midieron la tensión y las pulsaciones de un amigo con zarpa y luego las suyas. Las suyas no subían. Ni sus pupilas se dilataban, ni sentía ese estupendo estado de euforia y satisfacción que le daba el postre más dulce. La vida era más triste, más anodina sin la zarpa a su lado. Acompañaba a sus amigos en sus
incursiones sólo para sentir el reflejo de su gloria y revivir los tiempos pasados ¡Era tan dulce el recuerdo! ¡Tan dulce el postre que no podía probar! El resto de sustancias no le hacían el mismo efecto. Además bebía menos y se emborrachaba más. Sus amigos le dejaban rebañar y untarse en las encias lo que sobraba. Por un momento todo parecía ser como antes pero no era así. A veces para que el recuerdo no fuera tan duro se quedaba con los que no se metían. Le parecían de una indigencia social insoportable. Como teniendo nariz y zarpa al alcance no la utilizaban. Cabrones. Decidió ir a un cirujano plástico. El médico le prometió una nariz nueva, pero tendría que pagar mucho dinero. Casi una montaña de zarpa sobre una mesa como había visto en aquella película tantas veces en los últimos meses. Empezó a ahorrar. Dejó de salir, de beber y de todo por no gastar. Tenía un objetivo, recuperar su nariz y sus funciones antiguas. A los dos años volvió, tenía una nueva nariz, además muy atractiva. Pero eso a él le daba igual, lo que valía era que había recuperado el postre más dulce.

viernes, 22 de agosto de 2008

LA POESÍA DE FÉLIX CHACÓN. CRETURA Nº 31.

La poesía de Félix Chacón.


Félix Chacón, Villafranca de los Caballeros, 1972, es un joven escritor toledano que últimamente está más centrado en su trabajo como prosista (Uno de los dos y Entelequia sus últimos trabajos corred a compradlos )y en su trabajo como docente que en su faceta de poeta, que culitva pero que no da a la imprenta más que nada porque pagar para que le publiquen le parece un timo.
Su único libro de poesía publicado es Intimátum en 2003. Y es sobre él sobre el que vamos a centrar nuestro artículo de hoy.
Para Chacón la poesía no es una cosa seria y pétrea que se deba venerar y respetar, algo inamovible y absoluto que ha de buscar la belleza o la paz o la justicia. No, para Chacón la poesía puede ser dos cosas: un drama o una comedia, como la vida misma y así es factible entender su obra poética, como una gran comedia o como un drama. Es decir, que su poesía tiene mucho de juego con el lector, de juego poético, de juego simplemente. Juega uno a vivir y juego uno a escribir, a escribir poemas en este caso.
Y como el juego es diversión, es fácil captar en
su poesía momentos de un innegable humorismo. “Todos queremos el dinero, a ver tranquilidad, que yo he llegado primero” Dice en uno de sus epigramas. Vemos claramente el juego y el humor.
Esta es una característica fundamental de su poesía, el humor, pero como todo humor deja un rastro de drama tras él y se puede captar en algunos poemas un drama íntimo oculto por una sonrisa: “Posiblemente yo tampoco sea malo pero estoy entrenando planeo torturas horribles y golpes despiadados.” Vemos claramente esos dos lados de la vida que el poeta nos muestra para elegir, el humorístico y el dramático. Él parece decantarse por el humorístico, porque el dramático queda al fondo, pero ese es un recurso fundamental de todo humorista, no lo olvidemos.
Afortunadamente, la poesía de Félix Chacón no está en lucha más que consigo misma, con el mismo autor. Fácil es encontrar en la poesía moderna (y en lo que no es la poesía, la música, el rock y el hip hop están llenos también de esto) una queja constante del poeta sobre el mundo que le rodea y del que forma parte, si bien una parte distinta que parece salirse de la norma, que tortura y disminuye a la gente, que no es más
que una masa informe de estúpidos que se dejan engañar, no como el poeta, que está sin embargo en lucha por esos idiotas, que espera que los idiotas se salven y descubran la trampa del mundo que él ya ha descubierto y ha ido evitando.
Bien, la poesía de Chacón huye de ese tópico, no se considera superior a la media, no está en lucha contra la sociedad de consumo o la sociedad sin más. Sólo está en lucha consigo mismo, una lucha por ser feliz, sin más, sin que importe la gente.
“Estoy buscando un camino para ser aún mejor conmigo mismo aunque lo que me beneficie haga daño a los demás”
Con este fragmento entramos en otra característica de la obra de Chacón, la subjetividad de su poesía. Es una poesía del yo, pero del yo egoísta y consciente de serlo, del ser humano en sí.
“Amarme es tan terrible que a veces nadie existe y me paso las horas pensando sólo en mí (...) pero siento que soy el universo y no hay nadie que pueda convencerme de lo contrario." Como vemos es un egocentrismo casi animal.
Desde el punto de vista formal, la escritura de Félix Chacón es rápida, casi oral, bien construida, basada en juegos de palabras, en contrastes, con mucho de la cultura de los últimos años, de referencia a lo actual o lo personal de una generación que se lo ha pasado muy bien y se lo va a pasar aún mejor. Tiene mucho diálogo con el lector o con el objeto del poema, como la amada. Puede encontrarse cierto punto de torpeza en el poeta a la hora de expresarse, torpeza que se convierte en cómica (igual que el narrador incompetente en la novela de humor). “(...) qué desastre fíjate, yo quería escribirte un poema de amor y te he escrito esto” dice el autor consciente de su propia impericia, de su torpeza, de la imagen cómica que va a dar.
En resumen es una poesía actual, divertida, con un punto de canallesca, de noche, de mundo vivido por todos, que busca activar esos recuerdos que guarda nuestra memoria, dejando así, sin duda alguna un gusto dulce al leerla. Si queréis hacerlo y conseguir el libro visitad http://www.felixchacon.com/

viernes, 25 de julio de 2008

EL HOMBRE QUE UNA VEZ LEYÓ UN LIBRO. CREATURA Nº 30. DELIRIO VANO È QUESTO!

El hombre que una vez leyó un libro.

Había una vez un hombre que vivía solo en su casa. Como el resto de los hombres nuestro hombre se dedicaba a ver fútbol, escuchar canciones ruidosas, buscar sexo y esas otras cosas que hacen los hombres y que vosotros que sois más listos que yo ya sabéis.
De vez en cuando nuestro hombre leía un periódico. No uno de verdad sino uno de esos que sólo hablan de amor y sentimientos: un periódico deportivo. Cogía el Marca y se podía estar con él toda la mañana, mirando las fotos de Raúl González Blanco (El que nunca hace nada), mirando las fotos de Guti o mirando otras fotos amorosas. A veces incluso leía los artículos de opinión y hasta las crónicas de los partidos.
Sucedió que un día nuestro hombre, que ya es hora de que lo sepáis era alto y feo como un edificio moderno, estaba aburrido sin saber qué hacer. Se había ido la luz y no le funcionaba la tele, ni el ordenador ni otros proporcionadores de porno. Las revistas de mujeres desnudas se las había regalado a la Iglesia para los pobres que también necesitan aliviar su situación. Se puso nuestro hombre a buscar cosas que hacer: rellenó treinta y tres crucigramas (copiando siempre las soluciones), miró todos los cuadros que tenía en casa (tres) y todas las
fotos (quince) y al final muerto del aburrimiento se puso a buscar entre las cosas que tenía de una novia o similar (con similar digo que tal vez no fuera una novia novia sino una novia novio) que se fue un día a comprar tabaco y no volvió. Entre esas cosas encontró nuestro buen hombre un libro. Sólo uno. Al principio lo abrió sólo para mirar las fotos, que eran bastantes, pero luego empezó a leerlo y a leerlo y a leerlo. Sin darse cuenta habían pasado tres horas, había vuelto la luz y había leído diez páginas. El libro aquel le estaba encantando a nuestro hombre. No entendía mucho de lo que decía porque parecía estar escrito a mala leche, para que no se entendiera bien a la primera y hubiera que comprarlo otra vez para volver a leerlo y ver si te enterabas de lo que pasaba de verdad. El libro estaba escrito por un tal Antonio Gala y trataba de una mujer que se enamora y lo deja todo por amor. Nuestro hombre deseaba ser ese hombre fuerte y duro por el que la mujer deja todo lo que conoce. Pero él no era de esos hombres en la vida real. En la otra sí, en la de los libros, y así se fue aficionando a leer. Tres meses más tarde ya había comprado una estantería que ocupaba gran parte de lo que ahora él llamaba su despacho. Antes era el cuarto del perro que ahora dormía donde podía. La estantería era grande y parecía aún más grande con los cuatro libros que había en ella.
Tres de esos libros esperaban a que terminara el primero que había empezado. Cuando le cogió el ritmo era capaz de leer veinte páginas en un día, un libro en mes y medio. Así leía y leía y leía. Fue aprendiendo cosas. En África la gente era negra porque los negros eran más simpáticos y así podían bailar toda la noche sin cansarse. Por eso ganaban siempre las olimpiadas. También aprendió que las mujeres siempre quieren que les regalen flores y que les toquen con delicadeza los tobillos. Llegó un punto en el que había leído ya veinte libros. Estaba hecho todo un experto. Iba a la librería – papelería del barrio y se pasaba allí cuartos de hora enteros eligiendo su posible nueva victima. Así le gustaba llamar a él a los libros que leía. En la papelería había una dependienta muy guapa que media metro ochenta y tenía unas manos gigantescas. Ella se enamoró de él. Pero él estaba a otras cosas. Lo que él quería más que ninguna otra cosa era leer. Pero las insinuaciones de la papelera le llevaron a fijarse en otra cosa. En la papelería vendían bolígrafos y cuadernos. Él podía comprar uno y empezar a escribir. Sólo tenía que contar cosas como las contaban los otros que tampoco eran tan buenos. Bueno algunos sí, pero los otros eran malísimos y no tenían ni idea de cómo se debe de verdad escribir. Compró el cuaderno y un boli bic y se puso a escribir febrilmente. A los cuatro meses ya tenía tres novelas y
un volumen de cuentos preparados para ser publicados. Lo que no entendía era por qué las editoriales se los devolvían siempre. Su afición a la lectura y a la escritura le llevó a descubrir las bibliotecas. Pero no le gustaban porque estaban llenas de bibliotecarios que decían muchas cosas sobre autores que él sabía de buena tinta que eran unos mamarrachos. Así que seguía con su librería – papelería y su cuaderno y su boli bic. A veces se iba al parque a leer o a escribir. Le relajaba. Allí se le acercaba gente y le preguntaba qué leía o qué escribía. Él contestaba dependiendo de si preguntaba una mujer o un hombre. A los hombres les despedía con cajas destempladas o templadas no sabemos muy bien cómo usaba él las cajas. A las mujeres trataba de impresionarlas con su erudición. Pero sólo conseguía eso. No conseguía llevárselas a la cama. Como todo está relacionado empezó a leer revistas literarias. Aunque en ellas solían escribir filólogos. Los filólogos son tipos siniestros que viven de lo que escriben los demás porque ellos no saben escribir. Unos fracasados. Enviaba cartas a esas revistas y siempre recibía buenas repuestas. Se fue creciendo. Le publicaron algunas cartas. Y fue tan feliz que, como a Remedios la Bella, un día el viento se lo llevó.
A Juan Pablo, José, Leandro y Juan Ignacio.

jueves, 26 de junio de 2008

PACO DE LUCÍA ENTRE DOS AGUAS. CREATURA Nº 30. BIZARRO. EL SONAJERO.

Francisco Sánchez, conocido por todos como Paco de Lucía nace en Algeciras, Cádiz, hace ya mucho tiempo. Perteneciente a una familia muy vinculada al flamenco, su padre era tocador, así como su hermano Ramón de Algeciras o su otro hermano, cantaor y letrista Pepe de Lucía, padre de la última hornada de artistas de la familia, Malú. De Paco son muy conocidas sus propias composiciones, su maestría para entender y reflejar con su propia visión la música del flamenco, sus versiones de temas clásicos (véase el Concierto de Aranjuez), sus interés por otras músicas (como sus discos de Jazz con el nada difícil pseudónimo de Francisco Sánchez), pero es poco conocida su relación con Camarón y el gran impulso que dio junto a este para la universalización del arte flamenco, tan en decadencia hasta la época. Con la colaboración de Paco y Camarón, así como la aparición de Enrique Morente y de Manolo Sanlúcar (su disco Al Viento es imprescindible) alcanza el flamenco las cotas que le eran propias y hace que las nuevas generaciones puedan trabajar con el sentido y capacidad que lo hacen ahora en todas las múltiples ramas del flamenco (así Vicente Amigo, Duquende o Sara Baras).
Pero si hay algo de Paco de Lucía que trascenderá en el tiempo es Entre dos Aguas. Perteneciente al disco Fuente y Caudal de 1971, la canción es un auténtico éxito desde el principio. Primero su bajo intenso después, su ya clásico punteo y luego su ritmo de rumba de pellizco, tan fácil y tan
majestuoso a la vez. Más tarde entran los timbales y la composición crece y se vuelve la canción más triste o la más alegre del mundo. Porque la canción varía contigo, crece contigo y te hace distinto dependiendo del momento. No sabemos qué pensaría Paco cuando la estaba componiendo, pero ha resultado, así como el que no quiere la cosa, la composición más grande la música española en los últimos 40 años.
Por último una curiosidad. Un tiempo antes de que naciera Entre dos Aguas el grupo las Grecas cantaba “Te estoy amando locamente…” ¿No recuerda mucho ese ritmo de rumba al que después encontramos en Entre dos Aguas?

Rumba de pellizco, dos compases:
La m, Si m, La m, Si 7ª.

CALVIN Y HOBBES. CREATURA Nº 30. BIZARRO PASADO VANO É QUESTO!

Queridos amigos, niños todos, abordemos hoy el lado más infantil de nuestro subsconciente y la parte más inteligente de nuestro consciente. Entremos en el divertido, irónico y fantástico mundo de
CAlvin and hobbes


Por Macho Omega.

EL AUTOR.

Bill Waterson nació en 1958 en Washintong D.C. Estudió Ciencias Políticas. Comenzó trabajando de caricaturista político pero como no destaca en ese ámbito pronto lo dejó. Más tarde comenzó una corta carrera como publicista. Pero se aburría y decidió dejarlo todo para dedicarse a su gran pasión: dibujar. Creó entonces los personajes de Calvin & Hobbes que le han dado fama mundial. En 1995 y con 38 años Waterson anunció su jubilación y no ha vuelto a publicar nuevos libros ni viñetas. Hay mucho misterio en torno a este hombre de aspecto de oficinista.
Esta es prácticamente la única foto que se tiene de él. No suele conceder entrevistas ni salir de su ámbito privado. No le gusta la fama y la popularidad. De hecho pese a ser uno de los autores más leídos y vendidos siempre se ha negado a que con sus personajes se cree merchandising: no hay camisetas, tazas ni ningún otro objeto que tenga que ver con Calvin & Hobbes o lo que es lo mismo, los que hay son falsos. Se cuenta que durante un tiempo se dedicaba a firmar furtivamente en los libros que encontraba en algunas librería y que después eran adquiridos por alguien al azar que se sorprendía ante el autógrafo de Watersson, pero cuando se enteró de que algunos de esos libros eran vendidos por sumas muy altas en pujas de internet dejó de hacerlo.

LOS PERSONAJES.

Calvin & Hobbes son los personajes principales de esta en principio tira cómica que después creció y se vio convertida en albumes y libros. Calvin es un niño pequeño que va a la escuela y que tiene mucha imaginación. Hobbes es su tigre de peluche que cobra vida cuando los dos están solos gracias a la portentosa imaginación de Calvin. Calvin toma su nombre de Calvino y Hobbes del filósofo de su mismo nombre. Este hecho es una clara declaración de intenciones por parte del autor que hace que ambos personajes reflexionen, desde su punto de vista cómico e infantil sobre los principales asuntos que ocupan la vida humana. Así llegan ambos a conclusiones sorprendentes y siempre lúcidas y divertidas, sin olvidar, por supuesto que Calvin no es más que un niño y que siempre observa el mundo desde ese lado infantil e ingenuo de los niños, buscando siempre explicaciones propias a su personal racionalización de la vida.
Aparte de Calvin y Hobbes las historias cuentan con otros personajes como: Sussie, la vecina de Calvin y su contrario, siempre viva e inteligente, hábil y avispada. También encontramos a los padres de Calvin, que miran el mundo desde el otro punto de vista y dan el contrapunto a las explicaciones y teorías y aventuras de Calvin.
En la tira cómica hay otros personajes que no son más que el alter ego de Calvin, cuando dormido o fantanseando en casa o en el colegio se dedica a explorar otros mundos y luchar contra extraterrestres
que son en realidad los deberes o la verdura, como en el Quijote los gigantes son molinos). Así encontramos al capitán Spiff o a Estupendo Man, superhéroe, o Bala Rastreadora, detective al estilo Bogart. Así vemos como el mundo se recrea en la cabeza de Calvin a su propio estilo y con sus técnicas infantiles.

EL ÉXITO.

Desde el mismo momento de su publicación el estilo entre infantil, absurdo y filosófico de la tira causó un gran impacto e hizo que el autor obtuviera un gran éxito. Ha vendido millones de libros de sus personajes y sus tiras, pese a no publicarse desde hace más de diez años, siguen publicándose en periódicos de todo el mundo (en España se publican en el País los domingos). La gran calidad de las historias llevó a Waterson a ganar varios premios.
La tira cómica y los libros son el trabajo de diez años, pero sólo de diez años (la primera data de 1985) pero aún así han bastado para que el autor sea uno de los referentes principales del caricaturismo y el cómic de los últimos años. Y cómo no, han creado escuela, sólo basta con ojear alguno de los periódicos o suplementos infantiles de los domingos para ver cómo Calvin & Hobbes andan todavía por ahí.
Así que ya sabéis si compráis el periódico un domingo o si visitáis la sección infantil de una librería buscad a Calvin y Hobbes, no defraudan.

sábado, 31 de mayo de 2008

PERSPECTIVA. CREATURA Nº 29.

Perspectiva.

Todo en la literatura es perspectiva. De hecho todo en la vida puede resultar un problema de perspectiva, de punto de visto, de lugar desde el que mirar. Malentiendo a Einstein dicen muchos: “Todo es relativo”. Es lo mismo que intentamos decir. Todo depende del lugar desde el que miremos.
En literatura el punto de vista lo es todo. En la vida también. “El ser definitivo del mundo no es materia, ni alma, no está en cosa alguna determinada, sino una perspectiva…” dice Julián Marías.
Todo depende del lugar desde el que se mira, que es también el lugar desde el que se cuenta. Ya lo explicó Woody Allen en Melinda y Melinda película que narra dos veces la mima historia, una vista desde el punto de vista de un autor dramático, otra desde el punto de vista de autor cómico.
Así, la vida, la literatura que viene a ser lo mismo, no es más que la perspectiva que vamos tomando de ella.
La literatura será trágica, cómica, humana, cruel o absurda dependiendo de la perspectiva desde la que mire el narrador.
A esto sólo hay que añadir una cosa: el “yo”. Todo quedará siempre deformado irremisiblemente por el “yo”. Al menos a la hora de la creación. En la recreación (o lectura) interviene también el tú que reinterpreta la información del narrador a su manera. Pero de momento dejemos eso a un lado y centrémonos sólo en el narrador.
Dice Wenceslao Fernández Flórez que el humorismo, el humor, es una forma de vida. O lo que es mismo una perspectiva desde la que mirar el mundo. También lo dice Miguel Mihura: “El humorismo es reírse cuando encuentras a tu mujer en la cama con otro” viene a decirnos el bueno de Mihura. Por lo tanto el humor no depende tanto de la recepción, sino de la intención del emisor, del punto de vista donde el emisor decide colocarse para interpretar el mundo.
Así, hay grandes autores de dramas y grandes cómicos. Autores que lo ven todo como una novela policíaca y otros que no ven más que novelas de aventuras. Los partidarios de la teoría de la conspiración ven misterios y engaños por todas partes.
Esto se ajusta perfectamente a la teoría básica de la novela, el teatro, el cine o cualquier otro arte que devenga en la narración de unos hechos concretos, mas, qué sucede con la poesía, con la pintura, con ese otro arte que no pretende tanto narrar cuanto expresar una idea, un sentimiento, captar un instante, que no es narrativa de por sí.
Si el “yo” modifica totalmente la narración de un hecho, la poesía, arte personal, arte del “yo” por por excelencia, es evidente que se encontrará absolutamente mediatizada por la presencia continua de ese “yo” a la hora de expresar.
“Yo no puedo darte más, no soy más de lo que soy”. Dice Pedro Salinas, o: yo sólo soy yo.
José Antonio Muñoz Rojas (al que hemos de dedicar al menos un artículo en el futuro) es el que mejor ha contado esa experiencia del poeta, imbuido en sí mismo, con una perspectiva única del mundo para contar lo que le sucede:

Si cuando pienso en la isla desierta
No estuviera pensando en mí mismo,
Si cuando me siento en una piedra en lo alto,
No estuviera pensando en mí mismo,
Si cuando me visto, me desnudo o me afeito
No estuviera pensando en mí mismo,
No estuviera ahuyentando fantasmas
De mí mismo
Los muchos fantasmas del yomismo
Que soy,
Si me desenterrara y me rayerra
De este yomismo que soy,
Quizá sería un hombre libre.


O lo que es lo mismo, el poeta no puede salirse de sí mismo, no puede ser más que él mismo ni expresarse fuera de su ámbito, no puede descamisarse del que es en realidad, ni para escribir ni para pasear por el campo. Por eso la poesía siempre tendrá ese sesgo de perspectiva única: el “yo” del poeta del que no puede librarse. Es evidente que sobre esto podemos señalar excepciones, sobre todo en la poesía vanguardista y en la narrativa, pero va quedando claro lo que pretendemos decir: el escritor escribe desde una perspectiva ajena: humor, drama, misterio, angustia y desde otra propia: el “yo” de la que más o menos puede librarse a la hora de trazar una narración, pero de la que parece no poder limpiarse a la hora de escribir un poema.
Así, todos escribimos desde nuestra experiencia vital y desde nuestra intuición humana. Unos tendemos al drama, otros al compromiso social, otros al alma torturada, etc.Todo esto deviene al fin en un fracaso. Si todo arte es perspectiva y perspectiva del “yo” va dirigida a un “tú” que reinterpreta lo dicho, que lo estropea para algunos, o lo mejora para otros, que lo enajena finalmente, haciendo de todo expresión algo distinto a lo pretendió ser.


A Cristina.

viernes, 11 de abril de 2008

PARANOICO. CREATURA Nº 28.

Delirio vano è questo!

Era un hombre que siempre miraba hacia atrás. Siempre pensaba que alguien detrás de él le haría daño. En realidad pensaba que todo le quería hacer daño: los niños con sus bicicletas, los conductores de autobús con sus autobuses, las mujeres con sus escotes, los árboles con su polen, los libros con sus hojas afiladas…
Trabaja este hombre en una fábrica de ositos de peluche y allí, en su trabajo estaba más tranquilo ¿a quién no le iban a gustar los ositos de peluche? Es más, ¿qué daño le iban a hacer unos ositos de peluche? Estaba muy orgulloso de sus ositos de peluche, porque los hacía muy blanditos, muy guapos y muy gitanos.
Un día vino una periodista a hacer un reportaje sobre la fábrica de ositos de peluche. Era una reportera muy guapa, aunque un poco bajita. Sería la mujer perfecta si él ya no estuviera casado con otra mujer, que tenía un poco de pinta de oso de peluche. No por el pelo, que no tenía más que en la cabeza y en las cejas, si no más bien porque era blandita y generosa como un osito de peluche. Y un poco fea, como casi todos los ositos de peluche. Lo mejor de esta mujer era que se complementaba muy bien con él, pues ella no le tenía miedo a nada. Era una inconsciente que si no fuera por él hubiera hecho todas esas cosas peligrosas que gusta de hacer la gente del día: puenting, conducir, comer mayonesa en un restaurante, cruzar por un paso de cebra, ser profesora de instituto y demás temeridades.
El caso es que aquella mujer hizo su reportaje y llenó de preguntas a este hombre:
- ¿Cómo hacen las caras de los osos de peluche para que siempre estén riendo?
- ¿De qué van rellenos para que estén tan mullidos?
- ¿Qué comen?
- ¿Fuma usted?
Y demás preguntas. Este hombre quedó muy contento con la visita de la guapa periodista. Y esperó ansioso la publicación del reportaje en uno de los periódicos más importantes del país. El día de antes este hombre estaba tan nervisoso que prácticamente caminaba de espaldas. Se asustaba hasta de que su sombra se cayera en uno de los múltiples socavones que el ayuntamiento de su ciudad había ido abriendo a ver qué encontraban. Lo cierto era que nunca encontraban más que tierra, pero las gentes se arremolinaban en torno al agujero para ver qué saldría de allí. Había quién pensaba que saldría un Morlock, había quién pensaba que saldría un jugador bueno para el Atleti, había quién pensaba que saldría un tesoro y había quién pensaba que saldría Australia de una dichosa vez. Compró el primer periódico que salió aquella mañana, y cuando leyó todo aquello se quedó terriblemente sobrecogido, asustado y enfadado. ¿Cómo podía alguien hablar tan mal de los ositos de peluche? Los ositos de peluche, que gustan a todo el mundo, a grandes y a pequeños y a los de talla mediana y que los enamorados regalan a sus novias y que los amantes regalan a sus suripantas y que, en fin, se regalan continuamente. Cómo podía alguien escribir esas falacias, esas desfachateces (esta palabra la dijo pero no tenía muy claro qué significaba). Tan enfadado estaba que salió corriendo a la calle sin miedo de caerse por la escalera o de tropezar en la acera. ¿Adónde iba? Qué sé yo, sólo soy un simple narrador.
El caso es cuando volvió estaba igual de enfadado. Os preguntaréis distinguidos lectores qué ponía en aquel artículo para que este hombre estuviera tan enfadado. Lo cierto es que no ponía nada del otro mundo, nada demasiado ofensivo, ninguna falta de ortografía, ninguna palabra malsonante, ninguna fotografía obscena, nada, en fin, justificaba a simple vista el enfado de este hombre. Él decía una y otra vez que aquello era un atropello, sin tener en cuenta que los atropellos de verdad los comenten los coches y además tienen pinta de doler un montón, tanto al atropellado como a los coches que se quedan arrugados como una pasa y con manchas de sangre que luego no salen. Se le ocurrió que debía hacer algo, que debía denunciar su problema, que el mundo debía saber que aquello no podía hacérsele a una persona, al menos a una persona como él que conocía la declaración de Derechos Fundamentales de “pe” a “pa”, aunque lo cierto es que se sabía mejor la “pa” que la “pe”. Escribió una carta a la periodista, otra a su periódico, más a los competidores, otra a varias televisiones, varias a la revista “Ositos de Peluche Modernos”, trató de hablar en directo en un programa de radio. Hizo una pancarta y la colgó de su balcón. Decía: “Dignidad para los osos de peluche”. Su psicólogo empezó a preocuparse. La paranoia parecía crecer cada día. Ahora temía más a una palabra y su escritor que a una torcedura de tobillo. El doctor le dobló la medicación para los nervios. Entró en una espiral autodestructiva: empezó a tomar café, a tomar té e incluso a tomar coca cola light. Su mujer no daba crédito. Para más inri comenzó a leer novelas de Antonio Gala. Todo eran malos presagios. Pero un día de repente se calmó. ¿Por qué? Ya te he dicho que sólo soy un narrador, no lo sé todo. Lo que sí he descubierto es la frase que le atormentaba tanto. “Ahora hacen osos de peluche de color verde”.

A Cristina.

viernes, 28 de marzo de 2008

Larry David. Curb your enthusiasm. Creatura Nº 27.

El nombre de Larry David tal vez sea desconocido para muchos. En los créditos de Seinfeld Larry David aparecía como productor ejecutivo y en ocasiones también como guionista. ¿Quién es Larry David? Pues como ese título de crédito indica es el productor ejecutivo de Seinfeld, el hombre junto al que Jerry Seinfeld ideó la comedia televisiva más importante de los últimos años. Tal vez en España el conocimiento de Seinfeld sea mínimo, pero en Estados Unidos sus episodios eran más seguidos que los de Friends, CSI o cualquier serie que pueda ocurrirse.
Pero hoy no hablaré de Seinfeld como serie, sino que la utilizaré como punto de referencia para analizar el humor de Larry David y su última producción Curb your enthusiasm o Larry David a secas como se llama en España. La serie se nos presenta en el formato de un falso documental que nos narra la vida “real” de Larry, donde Larry es él mismo, el creador de Seinfeld, no es un personaje de ficción, sino que se supone que se representa a sí mismo. Así, bajo esta falsa apariencia de documental (apariencia en la forma: sonido, calidad de la imagen, movimiento de la cámara) Larry cuenta su falsa vida a través de la constantes que recubren su humor La trama en realidad no existe, la narración es mínima, apenas si cuenta un par de anécdotas o tres por capítulo. A veces esa anécdota se alarga en algunos episodios más, pero no sirve más que de conexión a una serie de incidentes o episodios que suceden en la vida de Larry. En realidad el tema de la serie, como sería finalmente el de Seinfeld, y el de todo el humor de David no es más que la sociedad y sus convenciones. Las conversaciones que con más frecuencia se nos presenta son aquellas en las Larry se pregunta por la razón de tal o cual costumbre social ya establecida: - ¿Hasta que hora puedo llamar a una casa? ¿Por qué hay que hacer un regalo de bodas? ¿Es bueno alabar la belleza de la mujer de un amigo? e ideas similares son las que rodean al humor de Larry David, así como lo hacían en Seinfeld. A partir de ahí, David establece su humor como un ataque a esas convenciones con todas las armas que su ingenio le permite utilizar. La pretensión de David no es acabar con esas convenciones, sino hacerlas notar, señalarlas, llamar la atención sobre ellas, sobre qué son, por qué existen, de dónde nacen y sobre todo por lo poco que de naturales, de absurdo tienen bien miradas todas esas convenciones.
Así, la principal consecuencia que se desprende de esto es la inadaptación social del hombre frente al medio que le rodea (esto, aunque no lo parezca es una constante dentro de la obra de cualquier humorista, o dentro de cualquier obra de humor, véanse sino los casos de La Celestina, El Lazarillo, El Quijote o Tres sombreros de copa entre cientos y cientos). Resulta, pues, que el personaje construido por David es incapaz de adaptarse a esa realidad social convencional que le rodea, bien por su propia torpeza, bien por la cerrazón de esa sociedad, bien por el absurdo de la convención.
Para construir sus relatos absurdos y descabalados utiliza las armas clásicas de cualquier humorista: la ironía, la paradoja, el ataque a los tópicos y a las frases hechas, el humor físico, el humor ingenioso, pero donde se percibe mejor el talento de David es en sus historias de casualidades. Tanto en Seinfeld, como en esta serie la casualidad es uno de los motores del humor: la mujer a la que se dio con la puerta en la nariz un día resulta ser la mujer del médico que nos trata y que por ello no quiere volver a hacerlo o lo hace negligentemente.
Además es conveniente señalar que los personajes creados por David tienen una serie de dificultades añadidas a la del medio hostil en que toda persona se mueve: son pesimistas patológicos, paranoicos, obsesivos, miserables, hipocondríacos, etc. Están siempre bordeando o dentro de la enfermedad mental, leve, ya que ha de producir la carcajada, pero cierta. El ejemplo más palmario es el propio David, que cuenta con todos estos defectos y alguno más, como un ojo clínico para meter la pata y equivocarse. Así, su comportamiento social deja mucho que desear, bien por su afectación de esa enfermedad, bien por su propia condición de miserables que siempre pretenden quedar por encima o porque esperan una recompensa de su mal comportamiento.
Un ejemplo, Larry llega puntual a su cita con el médico pero al pasar el último pide que se cambie el sistema utilizado hasta el momento, que el primero que llega de los citados es el que pasa. Pide que sea el sistema horario el que prevalezca. Pero como a la siguiente cita vuelve a ser el último en pasar a la consulta monta en cólera y vuelve a pedir que se corrija el sistema ya que a él no le va bien.
Bien mirado los personajes de David y los de Seinfeld tienen todos los ingredientes de la comedia clásica: Charlot, los Marx, etc. Son torpes, pícaros, ingeniosos, aunque, a diferencia de estos nunca son tiernos.
El resultado es finalmente una serie de humor atípica y de gran calidad humorística.
Larry David se emite en TNT y en LaSexta.

martes, 12 de febrero de 2008

Los zapatos rojos de Marisol. Creatura Nº 26.

Delirio vano è questo!

Los zapatos rojos de Marisol.

Marisol, rubia a veces, morena a veces, pelo rizado a veces, liso a veces, tenía unos zapatos rojos que se ponía siempre que podía, lo que no quiere decir que se los pusiera siempre.
Ya de niña Marisol le había cogido cariño a unos zapatos rojos. Fue después de ver como la pequeña Dorita taconeaba con los suyos para volver a la granja de sus tíos. Así que Marisol se pasaba los días dándose taconazos a ver si así conseguía ser enviada con el espantapájaros o el hombre de hojalata. Al león cobarde no quería verlo ni en pintura porque tenía una pinta como de peluche rarito que en cualquier momento te puede babear o comer un poco el bazo. Pero Marisol, que no era ninguna tonta, se dio cuenta de que sus zapatos no estaban hechizados por ninguna bruja, así que tras unos años de dar taconazos dejó de hacerlo para siempre. También influyó el hecho de que los zapatos no le valían porque ya calzaba un cuarenta y tenía veintidós años.
Marisol, libre ya de sus fantasías, se dedicó a eso que se dedican las mujeres. ¿A qué? Se pregunta usted que es un hombre de tomo y lomo y no sabe de mujeres ni lo que pone en el manual de instrucciones. ¿Pues a qué va a ser, hombre? A hacerse una mujer a base de estudiar, trabajar y buscar un novio, a ser posible rico y religioso que esos eran los buenos porque ni se van con suripantas ni te protestan cuando te compras un bolso de más de cincuenta euros.
Y como el que busca encuentra, resultó que Marisol encontró a ese novio religioso y rico un día que salía del supermercado, que desengañados amigos, es donde de verdad se encuentran los novios y las novias y no en los bares y demás antros donde lo más que se encuentra es una patata frita si llegas temprano y sin hambre.
El novio en cuestión de nombre Rodrigo, aunque conocido por todos como Alberto porque su padre se llamaba Juan, era moreno y aburrido como una película iraní. Alberto iba a la iglesia todos los días, aunque algunos días iba sin ganas y otros iba con un perro pequeño que era muy amigo suyo. Alberto tocaba la guitarra y cantaba esas preciosas canciones que suelen escucharse en todas las iglesias españolas: “Ave María, cuando serás mía.” “Si Tú me dices ven, Señor, lo dejo todo” y la que más éxito tenía “Amor de hombre” que en verdad no era una canción religiosa pero que gustaba mucho al cura y a la sección dura de beatillas que se sentaba en las últimas filas para no perderse detalle de nada. Además de a tocar la guitarra y cantar en misa Alberto se dedicaba a sostener pobres. Tenía tres pobres, todos de muy buena familia, a los que sostenía continuamente, tanto que cuando querían dormirse tenían que convencer a Alberto para poder tumbarse en sus duras y frías camas de plumas suecas. Los pobres eran muy graciosos y le contaban a Alberto unos chistes graciosísimos de loros y él se los contaba a su madre y a Marisol que no se reía nunca porque no le hacían gracias esas cosas de loros.
Marisol y Alberto eran cada día más novios. Iban juntos a la iglesia, sostenían a los pobres entre los dos, aunque más Alberto que Marisol porque Alberto era todo un caballero español, iban a dar catequesis a los muchachos descarriados, les tiraban miguitas de pan a las viejecitas. Todo muy entretenido y eso. Como ya iban haciendo mayores, tenían casi veinticinco años cada uno, pensaron en casarse, más que nada porque el cura y los pobres se lo preguntaban todos los días y ya estaban un poco hartos de contestar, así que un día dijeron:
- Nos casamos el 17 de Mayo.
Y se quedaron tan anchos. Como lo habían dicho tuvieron que empezar a hacer esas cosas que se hacen cuando uno se va a casar: comprarse un tostador, comprase una aspiradora, comprarse una liga que luego corten las amigas, comprarse un montón de lacitos cursis para adornar el coche del hermano de tu padre que es en realidad tu tío y otras cosas aún más aburridas.
Una semana antes de la boda fue la despedida de solteros de cada uno. Marisol fue llevaba por sus amigas a un lugar oscuro donde hombres untados en aceite e incluso en vinagre se contoneaban más o menos sugerentemente según te gusten o no los hombres untados en aceite. A Marisol aquello le gustó, pero tampoco demasiado.
Alberto fue conducido por su grupo de catequesis a un famoso lugar donde mujeres lúbricas y tal vez extranjeras se desnudaban y más. Entre todos se fueron animando, sobre todo los catequistas más favorables al viejo y duro catecismo, y se armó un lío descomunal. Al terminar la noche nadie sabía dónde había ido a parar Alberto.
Tres meses después Marisol recibió una postal desde Lupercia en la que Alberto le explicó que se había ido a vivir allí con una de las chicas de la fiesta, que era protestante, divorciada y madre de tres niños de padres diferentes.
Marisol tenía un berrinche grande como la nariz de Cleopatra. Para ver si se calmaba se fue de compras. Mirando escaparates fue a dar con el de una zapatería que tenía catorce pares de zapatos rojos. Los había de todas las clases, con lentejuelas, con mucho tacón, con poco tacón, de chúpame la punta, de no me chupes la punta y todos los que se puedan imaginar. Marisol los compró todos.Ya en casa se los fue probando e iba chocando los tacones sólo por divertirse y jugar a ser niña. Cuando iba por el par once ¡pum! los zapatos resultaron ser mágicos y la transportaron, no al mundo de Oz, sino al de Coz donde conoció a un hombre que no era de hojalata, a un atrae ardillas y a un perro valiente. Se casó con el hombre no de hojalata y se fueron a vivir a una casa grande en Coz, que en realidad estaba dos calles más allá de la casa donde Marisol siempre había vivido.

Dedicado a Marisol y a sus zapatos de cualquier clase, sobre todo los rojos.

lunes, 21 de enero de 2008

Verosimilitud y realismo. Creatura Nº 25.

Verosimilitud y realismo.

En toda narración, literaria o no, nos encontramos con dos elementos que sirven de conexión con los procesos mentales de recreación que realiza el receptor, son estos, como ya indica el título la verosimilitud y el realismo.
Realismo viene a definir la narración, entendiendo por narración algo muy amplío, una novela, un cuento, una película, pero incluso un cuadro o una fotografía, que se ajusta a lo real. No que sea real en sí misma, ya que como indicamos en anteriores artículos la realidad sólo se encuentra en el mundo real, si no que parezca real, que recuerde y remede a lo real.
Verosímil está relacionado con real, pero no es igual. Verosímil es la continuidad en unos hechos que no resultan extraños en un mundo ficticio. Lo entenderemos mejor con un ejemplo. Nadie espera que en una novela de Galdós aparezca repentinamente por la puerta un dragón. Sería inverosímil. Sin embargo sí es posible en un libro de Harry Potter. En el mundo ficticio de Harry Potter la realidad nos indica que no es inverosímil que encontremos, entre otras cosas, un dragón.
Un tercer elemento podemos incluir en esta terna: credibilidad. No es necesario que un dragón entre por la puerta para que algo resulte increíble. De hecho el dragón de Harry Potter es creíble, ya que responde a su verosimilitud. Y puede ocurrir que en una narración realista ocurra algo, no inverosímil, ya que entra en los presupuestos de ese mundo ficticio, pero sí increíble.
Vayamos al ejemplo que es donde mejor comprobaremos este hecho. Tomemos dos universos irreales similares que parten de la misma base y que pretenden representar un mundo realista: nuestro mundo, en nuestra época de hecho:
C.S.I Las Vegas y C.S.I Miami.
Ambos parecen en un primer vistazo mundos realistas. En ambos encontramos un equipo de científicos policías que resuelven asesinatos, generalmente, por medios técnicos y tecnológicos avanzados. En el mundo ficticio creado por los guionistas, en apariencia el mismo, es verosímil la existencia de asesinos, de pruebas rápidas de ADN y de tantas otras cosas que están en el límite mismo de lo realista, pero que resulta siempre verosímil.
Sin embargo podemos encontrar entre ambas producciones importantes diferencias que colocan a una en el mundo no sólo de lo inverosímil, sino también de lo creíble.
Mientras los personajes (héroes y villanos), las narraciones (asesinatos más o menos cruentos), los procedimientos y demás suenan creíbles, verosímiles y hasta realistas en la serie de Las Vegas, los guionistas (que no son más que narradores al fin y al cabo) de la serie de Miami han elegido para su serie el camino de la grandilocuencia, que suele estar reñida con la verosimilitud, el realismo, la credibilidad. Esto, que no tendría que ser malo de por sí, trae finalmente una consecuencia innegablemente fatal, el hecho de que la serie pase de ser un producto digno a ser una broma de millones de dólares. En un análisis más pormenorizado podríamos indicar cosas como la gran diferencia entre los protagonistas de ambas series: el primero Grissom, es un personaje anónimo, que huye de la notoriedad, que no busca justicia, ni siquiera a un malo, sólo la verdad. El gran afán de Horatio es aplicar la pena de muerte a todo raterillo de Miami. Pero vayamos más allá, a momentos concretos donde encontrar esos fallos de realismo, verosimilitud y credibilidad. Ya hemos visto que los personajes principales, radicalmente distintos tienden uno a la verosimilitud, que no estrictamente a la realidad, y el otro a lo más increíble. Resulta que Horatio es capaz de hacer estallar un camión cargado de explosivos con un bazoka a menos de 500 metros de distancia y sin ningún daño para nadie. Jack Bauer debe estar riéndose, por vez primera por cierto, como un poseso, a la vez que sus guionistas. Es absolutamente inverosímil en el mundo de los CSI no sólo que aborten un ataque terrorista a una central nuclear, sino que lo hagan con un bazoka haciendo estallar el camión que porta los explosivos. He ahí lo inverosímil, aún más, lo increíble. Otro elemento de inverosimilitud insoportable son los malos a los que se enfrentan un grupo y otro de investigadores: los de Las Vegas se enfrentan a humanos que comenten errores o quieren sacar provecho de la maldad. Los de Miami son malos caricaturizados que parece que gusten del mal como los demás disfrutamos del postre tras la comida. Son malos peores que la quina, malos que quieren destruir el país, que matan por placer a la mujer de Horatio, malos que huyen de las positivas motivaciones de todo ser humano que ya señala el Arcipreste de Hita: mantenimiento (dinero, riquezas, posición social) y ayuntamiento con hembra hermosa (sexo), que son ni más ni menos que las motivaciones que también señaló Freud. Es decir que unos se acercan a la realidad y otros no sólo se separan de la realidad, sino de lo verosímil (terroristas islámicas en minifalda) e incluso de lo real (en lugar de avisar a un artificiero hacer explotar un coche bomba en una playa desierta). He ahí aplicados los conceptos que describíamos. Aplíquense ahora a tanta y tanta nueva literatura: histórica, romántica y cualquiera que se ocurra a ver qué sucede.
(Excusas por el tono joco-serio)

jueves, 3 de enero de 2008

Hacemos Creatura. Creatura Nº 24

Delirio vano è questo!

Hacemos Creatura.

Vosotros queridos lectores, os preguntaréis ¿Cómo se hace Creatura? Bien, ahora que su cumple nuestro segundo aniversario en la calle vamos a dar respuesta a ese interrogante que no os deja dormir, comer, ni fumar. Cada colaborador de Creatura como si un científico loco fuese, tiene su propia forma de inspirarse. El Sr. Rossi baja al bar y se pide una gaseosa y un bote de aceitunas. Moja las aceitunas en la gaseosa y después: hop, se le ocurre una idea. El Lobo Estepario se come dos o tres ovejas y después: hop, tiene una idea. Yo mismo paseo un par de kilómetros, veo dos partidos de fútbol, hablo con tres jubilados, me doy tres duchas frías y: hop copio una idea de Los Simpson. Bien, pero no es a esto a lo que me refería cuando hablaba de cómo se hace Creatura. La fase importante del Creatura está en su reunión mensual. Antiguamente, hace un par de meses, cada colaborador llegaba con su trabajo bajo el brazo y lo entregaba a Ángel para que este, de forma misteriosa, lo convirtiera todo en un fanzine. Ahora, con las nuevas tecnologías todo se hace por correo electrónico. Pese a ello no hemos perdido las buenas costumbres y seguimos manteniendo nuestras reuniones mensuales, que son pese a todo, lo mismo de divertidas. Normalmente nos citamos para la reunión a las 21
horas, pero siempre todos llegamos tarde, excepto el Kebrantaversos y Ana. Los demás llegan su propia opinión: 21, 21:15, 21:30. Y así. Excepto el Pinky que tiene otra hora distinta y viene cuando quiere.
La reunión se desarrolla en el O’Conell, bar que todos conocéis, porque todos nos conocemos y sabemos de que píe cojeamos, ¿verdad? ¿Os imagináis a los colaboradores del Creatura haciendo su reunión en la Casa de la Cultura, en un parque, en la piscina, en la Casa Parroquial, en el Ayuntamiento, en los baños del Polideportivo? Yo no. Bueno excepto en los baños del Polideportivo. Bien, allí, entre humo, cerveza y mucho ruido vamos destilando nuestra creatividad en forma de sugerencias para próximos números:
- ¿Por qué no hacemos un número dedicado a Paris Hilton?- Dice uno que siempre dice lo mismo.
- ¿Por qué hacemos un número dedicado a Panero?- Dice Ramón.
- ¿Por qué hacemos un número que hable de la muerte en todo su contexto?- Dice el alegre del grupo.
Pero al final siempre hacemos lo mismo que es lo que no sale más o menos bien, o eso creemos nosotros. Pero pasemos a contemplar la reunión más al por menor. Al frente de las reuniones suele estar Ángel, que es el que nos encauza cuando se nos va la pinza. Saca su agenda mágica y nos dice:
- Faltan tres páginas. – No os preocupéis amigos lectores, siempre, en algún momento de la noche faltan tres páginas.
En esto el avaricioso de 13X21, yo, siempre dice:
- Yo puedo hacer dos.- Pero nunca se las dan porque es muy pesado y no pone dibujos en su sección.
Cuando todo se ha ido solucionando llegamos a la segunda conclusión:
- Sobran dos páginas.- Por supuesto que ahora no digo ni pío.
Pero esto como lo otro también se arregla. El fanzine queda compuesto y cerrado dándose que a uno le toca hacer la portada (el habilidoso), a otro la contraportada (el habilidoso también) y a otro el editorial (el que no sabe hacer otra cosa).
En estas ha venido Pinky que deja tres ideas buenas sobre la mesa, pero son tan buenas que nos sobrepasan, porque nosotros somos un poco mantas, y tenemos que dejarlas pasar.
El Kebrantaversos dice que no a tres ideas y luego que no a una cuarta que le gusta y luego dice: “Bueno” sin percatarse de que el que hace las cosas buenas del Creatura es él. Ana mira el reloj tres veces cada media hora. Nunca sabemos a dónde debe ir, pero debe ser importante.
Mientras tanto el Largo y Gabe, a lo suyo, se ríen de qué sé yo, porque estoy sordo y ellos se ponen lejos.
El Lobo Estepario mira el reloj, más para despertarse o cerciorarse de que está donde debe estar, y piensa en que debería estar en casa con su mujer. No sabemos si es que su mujer le regaña o si es que quiere estar con ella.
El hombre de múltiples personalidades, Julio y todos sus alter egos, manda más de lo que parece. Y se va riendo para sí mismo cuando piensa o dice lo que va a hacer el próximo día.
A Leticia no le llegan los pies al suelo. Sé que esto no es bonito, pero es cierto. Además trae sus dibujos que dan un poco de miedo y otro poco de gusto.
Pedro del Cerro no se entera mucho, y le pedimos que hable. Yo siempre le confundo con Pedro del Hierro y le imagino más que escribiendo su sección, diseñando bonitas bufandas.
Suena un teléfono. Ana se va. Leticia se va con ella. Gabe y el Largo tienen que ¿madrugar? Ramón se cansa. Ángel se queda con Pinky. Me marcho con otros dos. Y aquí se acaba. Así se hace Creatura.Si quieres comprobarlo, por favor, ven a vernos. Y nos invitas a algo.
Dedicado a todos los que nos ayudan a hacer Creatura: colaboradores, patrocinadores y sobre todo lectores.