domingo, 6 de diciembre de 2009

UNA IDEA CON ÉXITO. CREATURA Nº 46

En el mundo del arte hay ideas que parecen tocadas por el éxito. Ideas que se repiten una y otra vez. Ideas tan buenas que son usadas después por las generaciones siguientes con el mismo o más éxito.
En 1848 nació una de esas ideas exitosas que después ha sido profusamente repetida con una fortuna similar. Alejandro Dumas hijo escribió, a partir de una experiencia personal, la novelita La dama de las Camelias. La obra, una historia sentimental donde el lenguaje y los tópicos del romanticismo son fundamentales, fue un éxito desde el principio. Se agotaban las ediciones y las nuevas se volvían a agotar. Este éxito motivó que pocos años después el autor adaptara la obra al teatro. En 1852 se estrena la versión teatral. Un nuevo éxito. Un fulgurante éxito. La historia de la cortesana “aristócrata” que se enamora de un jovencito y sus penosos y tristes amores entusiasmaba a mujeres y hombres. El lenguaje del romanticismo y los tópicos de la época hacían propicio este éxito. Tenía todos los ingredientes necesarios para que el público la aplaudiera: amor, tristeza, emoción, un nuevo lenguaje en boga en el momento, expectativas que se incumplían continuamente, identificación por parte de la audiencia…
Estos ingredientes hicieron que la idea de Dumas hijo fuera un éxito del momento.
En esa época romántica, algo lejano de París, lugar de acción y de explosión de este éxito, Verdi conoce la historia de la cortesana y el joven y le inspira la creación de una ópera. Este hecho no es novedoso en el músico italiano. Durante la época romántica compondrá obras basadas en varios textos románticos tales como La forza del destino o Il trovatore basadas en obras románticas españolas ( Don Álvaro o la fuerza del sino y El trovador).
Con Francesco Maria Piave como letrista, Verdi compone la mejor ópera de la historia del género, la ópera de las óperas, La traviata. Corre el año de 1853, un año después del estreno de la versión teatral, cinco, sólo cinco, después de la aparición de la novela. Y ya es un exitazo. La ópera es la cima del género, la historia de la cortesana y el jovencito, de sus amores desgraciados se ha convertido en universal, ha saltado de género dos veces, de idioma, se le ha añadido música, se ha cambiado el medio, el lenguaje y aún así sigue siendo un éxito.
Sigamos en el mundo musical. La obra sigue conquistando adeptos. Basándose en la música de otro gran romántico, Chopin, el coreógrafo alemán John Neumeier realiza en 1978 un ballet en el que se desarrollan de nuevo las aventuras de Margarita y Armando o de Violeta y Alfredo y que nuevamente se convierte en un éxito.
Pero la cosa no queda aquí. Un nuevo lenguaje artístico empieza a desarrollarse a comienzos del siglo XX, un lenguaje que aprovechará cualquier idea buena de los otros, que, de alguna forma, puede aglutinarlos todos: es el cine.
Desde 1911 el texto de Dumas ha sido adaptado a la gran pantalla. La fuerza de la historia y su éxito ha atraído a numerosos directores, guionistas, actores de múltiples nacionalidades. La historia sigue interesando, sigue gustando, sigue adaptándose, sigue presentándose como emocionante para el público.
Tanto es así que en 2001 aparece una nueva visión de la obra de Dumas. Baz Lurhman adapta la obra sólo que le cambia el título, ahora pasa a llamarse Moulin Rouge. En la nueva obra se mezclan conceptos. La idea es la misma, un joven llega a París y quiere comerse el mundo. Conoce a una cortesana de la que se enamora. Y ella de él. Pero ella está enferma. Hay que añadir algún lío sentimental (en todas las versiones la historia se complica continuamente). Y el trágico final. Además se le añade música. Pero no la música de Verdi, sino música actual, música pop. Es decir, que se ha adaptado y actualizado la idea. Y esta vuelve a tener un gran éxito. Taquillazos continuos. Pases televisivos con gran audiencia. Y dos Óscars.La idea ha ido dando vueltas, ha ido adaptándose al momento o al arte que la ha requerido. La misma historia ha tenido varias versiones, varios lenguajes y aún así sigue enganchando al público. Es sin duda una idea exitosa esa que tuvo en 1848 Alejandro Dumas. Él contó una historia personal. Pero se convirtió en una historia universal. A él le valió la fama y el dinero. A todos los demás nos ha dejado sus representaciones, sus versiones, su éxito.

sábado, 7 de noviembre de 2009

LA RUMOROSA. CREATURA 45

Le cantaban eso de “A la lima y al limón, que no tienes quién te quiera, a la lima y al limón, te vas a quedar soltera, que penita y que dolor, que penita y que dolor, la vecinita de enfrente, solterita se quedó”
Eso mismo le paso a Merceditas, Mercedes, doña Mercedes casi ya.
Todo soltero tiene un vacío que debe llenar: el tiempo. Tiene tiempo de todo, le sobra el tiempo y como nadie le molesta ni le obliga a hacer cosas, el soltero se ve abrumado por el tiempo. Eso lleva al soltero a tener ideas peregrinas. Porque tiene mucho tiempo libre. Y lo usa para pensar. Y se le ocurren muchas ideas. Casi todas malas.
Así le pasaba a Mercedes, que como tenía mucho tiempo libre lo tenía que ocupar en algo y lo ocupaba en inventar historias. Esto estaría bien si las hubiera escrito y se hubiera hecho unas tarjetas en las que pusiera: “Mercedes López. Escritora.” Pero no le gustaba escribir, a ella lo que le gustaba era contar cosas, hablar, hablar, hablar. Se podía pasar el día entero hablando. Si te cogía por la calle y le dabas un poco de carrete estabas perdido. En concreto tu tiempo estaba perdido. Te contaba todas las historias del vecindario, las de su familia, las de tu familia, las tuyas propias.
Por eso la llamaban La Rumorosa, que parece un nombre de zarzuela o de cuplé. Y es un poco de cuplé y de zarzuela había en Mercedes.
Un día veía pasar a una moza con un chiquito por la ventana de su casa y pensaba: “¿No serán novios estos dos?” como al día siguiente volvieran a pasar ya decía: “Confirmado, estos están liados.” Y lo propagaba a los cuatro vientos. Si eran dos solteros daba un poco lo mismo (menos cuando tenían intereses ajenos) e incluso se daba el caso de solteros que oían el rumor de que estaban juntos y se lo creían y salían juntos y se casaban. Y todo eso se lo debían a la Rumorosa. El problema era si uno de los dos estaba casado. También había provocado divorcios la Rumorosa, alguno divorcio agradecido, querido por ambos que no se atrevían, empero, a solicitarlo. Algún ramo anónimo le llegó a la Rumorosa, que feliz y contenta pensaba que tenía por ahí un admirador que la hiciera no ser soltera por nunca jamás.
Sus rumores favoritos eran los de parejas. Se complacía emparejando a la gente aunque fuera en sus historias. Alguna había que tenía en su haber más conquistas que ladrillos la catedral de Toledo. Por eso se granjeaban fama de chicas fáciles. Y cuando un muchacho no conseguía nada con ella decía: “Será perra, conmigo no quiere y con los demás…”
Cuando una mujer pasaba mucho tiempo sola delante de su ventana ella decía: “Esta es una estrecha” y esa fama crecía y crecía. A pesar de trabajar en el famoso club Leo. Pero la muchacha se complacía en ello, como Clark Kent en su doble identidad.
También cabía la otra posibilidad, Mercedes era una imaginativa mujer. Cabía la posibilidad de que fuera lesbiana. Y si siempre llevaba pantalones ya estaba claro: era lesbiana. Alguna probó las mieles del bello sexo sin habérselo nunca propuesto. Y dicen las malas lenguas que le gustó.
La Rumorosa inventaba a más y mejor. Pero nunca lo muy evidente. Si pasaba un chico con mucha pluma, nunca pensaba decir que era esto o lo otro o lo de más allá. Pensaba en que podía inventarle un novio, un marido, un hijo secreto de una vez que tuvo un desliz con una señorita.
Desde su ventana veía la Rumorosa pasar un hombre muchas veces. Y se preguntaba qué hacía aquel hombre siempre por allí, dando vueltas. Solo. No sabía qué pensar qué inventar. Se le pasó por la cabeza inventar que estaba allí por ella. Pero no le parecía creíble.
Un día en el mercado el pollero le dijo: “Mercedes que me han dicho que te has echado novio” ella miró extrañada y sonrío: “Ojalá, Marianín” y luego en los congelados: “Mercedes, quién es novio que te has echado” “No sé quién será pero a ver si lo conozco ya”Y en todos los puestos igual. Empezó a pensar si no era cierto. Si no tendría un novio y ella no lo sabía. Así que cuando vio al hombre aquel paseando ante su ventana se arrancó y le dijo: “¿Qué? ¿Vamos donde siempre?” Y él dijo. “Claro Merceditas donde siempre, pero hoy, antes pasamos por la Iglesia a ver como va lo de nuestra boda”. Pero la historia de la boda de la Rumorosa ya es otra.

domingo, 11 de octubre de 2009

LA PERVIVENCIA DE LA IDEA QUIJOTESCA. CREATURA Nº 44

Tal vez la forma más sencilla de definir un clásico es decir que es una obra que por más que pasa el tiempo no pasa de moda, que se puede seguir disfrutando como el primer día, incluso que el tiempo ha ido enriqueciendo sus matices, su calidad.
De entre todas las obras de la literatura española tal vez la que mejor entra en esta definición de clásico sea el Quijote. Añadamos a esto que un clásico es una obra que también tiene una influencia comprobable en el resto de la producción artística de ese u otro arte. Esa pista es la que seguiremos ahora con el Quijote.
El trazo quijotesco se percibe en muchas obras a lo largo de la literatura y el arte mundial. En varias de sus facetas. La creación de una pareja antitética que se complementa y que va variando según varía el otro personaje es tomada después por muchos otros. Tal vez el mejor ejemplo es el del escritor inglés G. K. Chesterton, declarado quijotista, que en sus novelas siempre introduce esta dualidad de personajes, de un personaje que es todo imaginación y de otro que es práctico. La huella que el Quijote deja en Chesterton llega incluso a la composición de una obra llamada La vuelta de Don Quijote.
Esta idea de la pareja de personajes (recordemos que la pareja es el mejor ingrediente para cualquier comedia) no es la única en la que el Quijote ha influido. La principal influencia, y creación pues es original de la obra cervantina, es la de un personaje que asume la ficción como un hecho real, que confunde la realidad con la ficción. Ejemplos recientes de esto podemos encontrar en la que es tal vez la obra cómica más importante de los últimos veinte años, Los Simpsons. Los guionistas de la serie cuentan con Homer un personaje que confunde la realidad con la ficción que ha contemplado en películas o en la televisión. Homer es un personaje quijotesco en el sentido de asumir la ficción como una realidad, de creer que las cosas son como aparecen en la ficción, en sus películas, igual que el Quijote confunde la realidad con lo que aparece en los libros de caballería.
Así la interpretación de la realidad por parte de Homer se asemeja a la del Quijote y si este ve gigantes donde sólo hay molinos, lo mismo le sucederá a Homer cuando contemple en la realidad algo similar a lo que él ha visto. Ejemplos de esto hay muchos durante la serie, pero baste señalar el episodio en el que Homer entra en la universidad. Todo lo que se desarrolla a partir de entonces es una lucha entre la realidad de la universidad y la realidad de Homer que entiende que esa realidad ha de ser la que él conoce de películas sobre universidades como Los albóndigas en remojo, Desmadre a la americana o La revancha de los novatos.
Como no, y siguiendo su inevitable camino de copias, en Padre de Familia encontramos el mismo esquema. Peter y sus amigos creen ser el equipo A y salen a la calle a salvar a la gente del caos que ellos mismos provocan. ¿Algo más parecido a Homer? ¿Algo más parecido al Quijote?
Pero pongamos el énfasis de este breve recorrido por una de las pervivencias del quijotismo en una obra de suma importancia. Una obra que revolucionó los esquemas de su arte, que cambió la forma de pensar y trabajar de aquellos que se dedican al mundo el cómic. Hablamos de Watchmen, la obra que Allan Moore publicó entre 1986 y 1987. En ella vemos como un grupo de personas normales tratan de salvar al mundo asumiendo el cargo de vigilantes. ¿Cómo llegan a eso? Búho Nocturno el primero de estos vigilantes, algo así como superhéroes sin poderes que luchan contra el crimen, lee muchos cómics de héroes y piensa y desea ser uno de ellos. Un día decide que ha llegado el momento de dejar de desear y de pasar a la acción y empieza a salir a patrullar las calles vestido con el traje de un búho. Influido por sus lecturas, impresionado por ellas, decide poner en práctica lo visto, decide ser un héroe. Al igual que Alonso Quijano que de tanto leer libros de caballerías acaba por creerse uno de ellos y sale con una anticuadísima armadura a desfacer entuertos, Hollis Madison se viste como un superhéroe y decide solucionar el crimen en la ciudad.Como vemos la importancia de una obra se ve no sólo en su calidad, en su éxito, sino también y fundamental en la huella que deja en lo porvenir.

viernes, 28 de agosto de 2009

EN LA CAMA. CREATURA Nº 43

Como ya habían terminado de hacer lo que tenían que hacer estaban los dos en la cama, quietos y silenciosos sin saber qué decir ni qué hacer. Ya habían conseguido lo que querían y sabían que este tiempo les sobraba. En el bar donde se habían conocido ya se lo habían dicho todo. Qué brazos tienes. Gracias voy al gimnasio. Un guiño, una sonrisa. Todo hecho, todo dicho. Luego a la casa, los besos, la desnudez, los gemidos, el sudor, los líquidos. Y se acabó. Ahora ya no tenían nada que decirse. Ambos buscaban una excusa para quedarse solos, uno para irse, la otra para que se fuera. Ahora mismo ya se molestaban. Qué tío más pesado, por qué demonios no se va ya con su mujer o con su madre, lo que sea que tenga. Qué tía más plasta a ver cuando puedo largarme, que se haga ya la dormida. Ella lo cogió, se hizo la dormida, o la despistada. Él aprovecho para quitarle un cigarro y un billete de diez y se fue. Bueno, antes trató de averiguar cómo se llamaba, pero no lo consiguió. Bueno, pues María mismo, que es universal.
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Como ya había terminado de hacer lo que tenían que hacer estaban los dos en la cama, quietos, esperando que el otro hablara. La situación era un poco ridícula. Claro que había sido ridícula desde el principio. No te llamas Carmen. No. Pues yo me enamoré de una Carmen, era más fea que tú. Risitas tontas. Toma una copa. Toma un cigarro. No fumo, eso es malo para hacer ejercicio. Qué ejercicio haces. El amor. Será para menos. No, soy un profesional. Habrá que comprobarlo. Claro. Besos y esas cosas. Y luego a la casa de él. No era la casa de un atleta. La nevera estaba llena de refrescos para mezclar con alcohol. El congelador lleno de hielo. En el baño múltiples artículos depilatorios. Muchos perfumes y cremas. Parecía su casa y era la de él. Después del ejercicio, sudor, gemidos, te gusta ¿eh? No digas que no te gusta, besos, abdominales cuidados, cama perfecta, condones de sabores, líquidos, estaban ahora los dos tumbados. ¿Por qué no me dice ya lo bueno que soy? ¿A qué espera? Joder, este tío es un gilipollas. Y no es tan bueno. Me han hecho cosas mucho mejores. Y ya en voz alta, ¿A qué ha gustado, eh? ¿A qué no mentía? Y ella pensando en la compra.
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Como ya había terminado de hacer lo que tenían que hacer estaban los dos en la cama, quietos, hablando, sin dejar de hablar, eran como dos cotorras. Y encima se reían. Qué buen rollo pensaba él. Qué buen rollo pensaba ella. No habían dejado de hablar desde el principio. Desde que se habían conocido en el bar. De dónde eres. A qué te dedicas. Estás sola. Esas son mis amigas. Son más guapas que tú. Imbécil. No habían dejado de reírse todo el rato. Parecían un poco tontos. Incluso durante los besos, las caricias, los gemidos, les había salido también la risa. Un poco se habían cortado. No lo estaré haciendo tan mal que se está riendo de mí. Y un poco sí era así. Pero eran dos inexpertos. Y lo importante era ahora. Reírse. Hablar. Seguir con los vaciles. El rollito que se traían. Podrían quedar otro día. Seguir hablando, riéndose, mejorando sus técnicas. Él tenía que mejorar muchas cosas. Ella también. La había mentido. No lo hacía tan bien como ella creía. Pero así podría mejorar. No pensaban callarse. Parecía que iban a estar así toda la noche. Que les quedaba mucha cuerda. El vecino pensó que se podían callar de una vez, joder.
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Como ya habían terminado de hacer lo que tenían que hacer estaban los dos en la cama, quietos. Ella hablaba y hablaba. No había dejado de hablar en todo el rato. Él no había hecho nada en realidad. Sólo había dicho su nombre y había puesto las orejas. Ella había hablado de su ex, de su madre, de su perro, de su trabajo y había dicho justo cuando él ya tenía la excusa perfecta para largarse ¿vamos a mi casa? Y se habían ido a su casa. Allí ella no había dejado de hablar en ningún momento. Temió por las partes importantes de su anatomía, porque ni siquiera con la boca llena parecía que iba a dejar de hablar. Por suerte lo hizo. O más bien se dejaba la boca vacía y hablaba. Era una pesadilla. Describía hasta el placer, palabras todo el rato. Le había desconcentrado. Claro que eso le había hecho aguantar más. Ahora ella seguía hablando ya no sabía bien de qué, tendría que escucharla para ver si cogía algo y decir sí o no o algo. Repescó la excusa para largarse que tenía pensada y la usó. Pero ella seguía hablando y no se dio por enterada. Rezó para que algún día parara. Pero también habló en sueños.

lunes, 3 de agosto de 2009

LUIS DURÁN. CREATURA Nº 42

No soy un gran conocedor del noveno arte. Ni está entre el primero de mis intereses. Pero tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte ha ido ganando en mi consideración muchos enteros. A la lectura, como muchos otros, llegué con Tintín, Asterix, Spirou (cómo me gustaban las aventuras de Spirou y Fantasio) o Mortadelo. Pero lo que no sabía todavía es que más allá de presentar historias clásicas de aventuras, historias bien dibujadas, divertidas y entretenidas, el cómic podía llegar más allá ser más.
Por casualidad llegué a Luis Durán. Fue una recomendación y me entregué a su lectura. Comparando su obra con lo que conocía del cómic me chocó. No era un cómic como los otros. No tenía color, sus dibujos no eran llamativos. En él no se presentaba la historia de un héroe, de un héroe de los clásicos, de los antiguos, un héroe que se enfrenta a un problema y que gracias a sus cualidades y a su determinación consigue derrotar ese problema, consigue salir vencedor de cualquier circunstancia por dura y complicada que sea. No eran así los héroes que encontré en las obras de Luis Durán. Eran héroes que no querían serlo, héroes solitarios, que no tenían tras sí una colectividad, un grupo humano que salvar, sino simplemente una historia personal. Eran héroes torturados, con problemas de aceptación, de situación en el mundo. Héroes expulsados de la realidad, de la sociedad.
Busquemos ejemplos. En Caminando por las colinas de arena nos encontramos con un héroe. Es un indio americano. Para conseguir ser un hombre y aceptado por la tribu ha de realizar un ritual de paso. Ha de matar a un oso sin armas. Pero como no es héroe, no un héroe consciente de serlo, un héroe poderoso, huye y se exilia de la tribu a la que no podrá volver ya nunca. Este es el héroe típico de Luis Durán. Uno que no lo es. Y como mucho es obligado a serlo. Otro ejemplo, Atravesado por la flecha. Bernard se distingue en el campo de batalla como un gran guerrero. Pero no le gusta su trabajo. La guerra. Es herido. Está muerto sin estarlo. Es atravesado por una flecha que al ser sacada provocará su muerte. Y es ahí donde se convierte en un héroe a pesar suyo. Los demás le toman como ejemplo Un grupo cada vez mayor de gente sigue a Bernard que no les lleva a ningún lado. Que no puede ser su héroe, su jefe, pero que acaba siéndolo pues las circunstancias le obligan a serlo. Y se convierte en la referencia para muchas personas, en la esperanza de un mundo mejor. Bernard sabe que no puede ofrecerles ese mundo y prefiere morir finalmente antes que seguir engañando a la gente.
Estos son los héroes de Luis Durán. Héroes que lo son a sus expensas. Héroes que no buscan ser héroes, empujados por las circunstancias y por el momento a ser lo que no han querido ser, lo que, por otra parte, no tienen más remedio que ser.
Además encontramos que esos héroes que no quieren ser héroes son reflejos de los héroes de los cómics clásicos, de los géneros típicos de los tebeos: caballeros, piratas, indios, etc.
Otra cosa de los tebeos de Durán que sorprende es la facultad del autor de contar historias. Parece como si hubiera comprendido que básicamente el hombre es un ser narrativo, que tiene la necesidad de contarse a sí mismo de contar su historia y la del mundo que lo rodea para así poder entenderlo, conocerlo, saberlo y tal vez transmitirlo a los demás.
En los libros de Durán hay siempre alguien que cuenta una historia. Alguien aparte del narrador. Tienen que contar su vida anterior. O un cuento relacionado con algo vivido. Como si la narración fuera la llave del conocimiento. Podemos incluso encontrar interrupciones en la normal narración de las historias, un aparte para que alguien cuente sus historias. Así sucede en Antoine de las tormentas, donde los cuentos de mamá Irene, interrumpen la narración progresiva de la historia, pero a la vez aportan, con un cambio de historia, de perspectiva, un nuevo punto de vista.Hemos de acabar ya pues se nos queda corto el espacio para seguir hablando de la obra de Luis Durán, de sus cómics, de sus historias, de sus personajes, de sus narradores, de su significación última que va muchas veces más allá de lo narrado. Seguiremos como uno de sus personajes, intentando ser animales narrativos.

miércoles, 1 de julio de 2009

COLABORACIÓN BIZARRA. LA HISTORIA JAMÁS CONTADA. LEONCIO VS. LOBEZNO. CREATURA Nº 41

Ahora que ya conocemos su triunfo, hablar de la serie Leoncio no tiene ningún mérito, pero, ¿cómo llegó ese éxito? ¿cómo se convirtió Leoncio en el gran héroe que es? ¿cuál es la historia de su nacimiento? Aunque pocos lo sepan Leoncio no es más que una copia de otro personaje más antiguo. La desaparecida casa de cómics, conocida irónicamente por la “casa de las ideas”, Marvel, creó allá por los años ochenta una serie de cómics basados en héroes dotados de prodigiosos poderes provocados por mutaciones espontaneas de su ADN. Uno de esos héroes era Lobezno. Asociado a un lobo por su aspecto peludo, el héroe de Marvel pasó sin pena ni gloria por la serie X-Men que tampoco fue demasiado exitosa que digamos. La “casa de las ideas” (malas ideas debió tener) cerró a principios de los noventa acuciada por las deudas y la pésima gestión editorial, creativa y económica. Sin embargo de la génesis de sus mutantes y de Lobezno nació la mayor casa editorial comiquera de la historia, la J. Fry. Como todos sabemos el gran éxito de la Fry, tal y como se la conoce, fue Leoncio. Este humano con superpoderes, cura instantánea, rehabilitación, aguante de cualquier dolor, casi inmortalidad, vida larga y tortuosa y torturada, se convirtió desde el principio en la gran baza de la casa que pronto empezó a diseñar y dibujar una serie sólo para él. Al principio Leo, como se le conoce o Hogan su verdadero nombre y con el que los entendidos le asocian, formaba parte de los Mutados, grupo heroico que luchaba contra el mal y contra la superstición que los consideraba poco menos que animales. Pero la personalidad de Hogan era tal y sus posibilidades tan grandes, se le podía dibujar un pasado y hasta un futuro sin fin, puesto que no envejece o no parece envejecer y no muere, que la Fry se lanzó a hacer una serie sólo de nuestro héroe. Allí nos enteramos del duro pasado de Hogan, de la muerte de sus padres, del asesinato de su mujer, de su violenta venganza y de cómo, gracias a su poder de recuperación es sometido a una dura terapia que le convierte en una especie de híbrido de león y humano con una fabulosa melena, un característico rugido (copiado, no lo olvidemos de la Metro) y una garras que le salen de la nada y que son su arma más mortífera y feroz. Además Hogan es un rebelde, un hombre duro, solitario, silencioso, algo así como un nuevo Bogart. ¿Qué fue de Lobezno? ¿Quién lo recuerda? Nadie o casi nadie, sus aventuras son hoy desconocidas. Tal vez sobreviva Lobezno en el espíritu de Leoncio. Tal vez. James Howlett, Logan
Para Jose Luis, creador de grandes éxitos.

INTERNET KILLS THE PORN MAGAZINE. CANALNOSTALGIA BIZARRO. CREATURA Nº 41

Queridos amigos de Canalnostalgia, este mes nos ocupamos de un añorado por muchos elemento de liberación y a la vez un elemento desechado por el tiempo, un invento superado por la imaginación siempre en funcionamiento del hombre moderno, ¡Gloria a la tecnología y el pensamiento digital! Hablamos, queridos míos de mi corazón, de la Revista Porno.
Internet kills the porn magazine
Bender, consumidor de Revistas porno.
“Burger King es una mierda” Porque siendo honestos: ¿Quién negará haber visto, ojeado, hojeado (si es que se podía) una de estas revistas, tan denostadas, que se compraban ocultas con el periódico o la revista intelectual de turno (desde la desaparición del porno cuántas revistas ha vendido Época)? Eran un gran invento, muy útil.
El último representante de esa literatura para leer con una sola mano que tantas alegrías ha dado a tantos. Mujeres lúbricas, en poses fabulosas, con hombres que, no nos engañemos, no importaban un pimiento, hacían las delicias de adolescentes y salidillos en general a lo hora de aliviar sus tensiones. Porque, aunque parezca mentira, la imaginación del pajillero se agota y ahí venía la revista a dar ideas, a mostrar lo que se pensaba, a ayudar a recuperar la perdida potencia.
Guardadas bajo la cama, o escondidas en el fondo de los cajones donde todo el mundo sabía que estaban aunque nadie lo admitiera. “No mires ese cajón que tiene mi hermano ahí el porno”. Y no mirábamos porque aún éramos pequeños, pero más mayores siempre había quién hacía una incursión en esos prohibidos cajones donde mujeres imposibles nos ofrecían todo lo que tenían. ¡Qué hospitalarias mujeres que daban todo por apenas 200 pelas!
Tenían, todos lo sabemos, muchos inconvenientes. Pasar las páginas en esos momentos cruciales no era nada fácil. El hecho de tener que sujetarlas con las manos. Y, por asqueroso que les parezca a muchos y a muchas, sus páginas imposibles de leer porque estaban pegadas.
Por eso la tecnología, que avanza que se las pela y que está dominada, a qué engañarnos por pajilleros pseudoadolescentes, fue arrinconando a la revista porno no en el cajón o en el kiosco, si no directamente en la desaparición lo que ha supuesto por el contrario la proliferación de revistas de caza, motos o confección de flores de papel con papel pinocho.
La revista ha salido de las manos de los adolescentes y los pajilleros (excepto de los nostálgicos o de Bender D. Rodríguez, prodigio de lo digital pero amante del porno analógico) para ser sustituida por internet, ese red global de pornografía (no otra cosa es internet, una forma de universalizar y compartir cualquier perversión que a un tipejo de cualquier lado del mundo se le ocurra y que ya le habrá ocurrido a un japonés antes), que con su muchísima variedad y posibilidades (¡porno en directo, amigos pajilleros!) ha derrotado finalmente al papel. Es verdad que el papel acababa mojado, manchado, pegado y oliendo mal, pero esa posibilidad de tocar a la fabulosa siquiera fuera en papel es difícil de igualar. Lo mismo ha sucedido con el VHS muerto por su incomodidad (adelante atrás todo ese ruido la posibilidad de que se rompa, se enganche) y sustituido por el DVD y su selección de escena y de imagen (por fortuna para los admiradores de Melanie Coste o Nacho Vidal), la revista ha sido sustituida por nuevos formatos, mejores formatos, pero que no tendrán nunca la cualidad y la tangibilidad de la revista. Si bien esa tangibilidad fuera tantas veces tan asquerosa.
Volvamos por un día nuestras fantasías al Lib, al Penthouse, y cambiemos un rato de Canal, dejemos internet y… ¡Squirt, Squirt, Splash!

jueves, 4 de junio de 2009

VINDICACIÓN DEL PAGAFANTAS. CREATURA Nº 40 DELIRIO VANO E QUESTO!

Sabiendo que tenían tanto en común y habiendo coincidido o habiéndose conocido unos a otros bien por internet bien en sus salidas nocturnas, bien por amigos u otras coincidencias, ser reunían los Pagafantas siempre que podían en un sitio que era conocido por ellos. Bueno, por ellos y por todos, pues no era más que un parque donde aprovechaban para tostar su pálida piel y para comer pipas con una velocidad, pasión y precisión difíciles de igualar.
Tenían bastantes temas de conversación, cómics, películas, canciones, poemas amorosos, juegos online, consolas y otras ocupaciones meramente intelectuales como teoría del fútbol o de cómo cambiar rápidamente una rueda de un monoplaza fórmula 1. Sin embargo sus conversaciones siempre eran muy parecidas y acababan por tender hacia el objeto de su deseo, hacia aquello que jamás llegarían a conseguir, hacia sus bienamadas mujeres deseadas, sus “recibe fantas” del corazón y el alma.
Eran mujeres fabulosas, todas hermosas, candorosas, buenas, tiernas, inteligentes, divertidas y con muchas otras hermosas cualidades que adornaban sus preciosos cuerpos, sus deseados y adorados cuerpos.
Esas mujeres y su imposible amor eran la obsesión de todos los pagafantas del mundo y de estos por supuesto también. Esas hermosas mujeres y sus despechos y sus desvaríos y sus Buenos días, sus buenos momentos en que se percataban de ellos, de su existencia, y se volvían a ellos y los tomaban como amigos, esos amigos que hacían lo que fuera necesario y más por ellas, que pagaban sus fantas o lo que fuera, que hacían lo que ellas querían, que opinaban lo que ellas opinaban, que deseaban lo que ellas deseaban.
Así algunos eran aficionados a los dibujos de Hello Kitty, otros veían con fruición telenovelas venezolanas, muchos escuchaban horripilantes discos de cantantes hermosos y adolescentes, otros se apuntaban a clases de pilates, aquaeróbic, judo, danza del vientre. Todos eran un poco chóferes. Un mucho almohadones para dormir o pañuelos de lágrimas. Tenían un repertorio de frases hechas, estás estupenda, qué bien te queda, es horrible, qué divertido, pega con tus ojos. En realidad querían decir otras cosas, te metía de todo menos miedo, qué tetas te hace, es horrible, me lo paso genial pero me lo pasaría mejor si…, con esas tetas que tienes nadie va a mirar si hace o no juego con tus ojos.
Cada uno tenía su amada: Pilar, Alicia, Gemma, Ana, Rita, Irene, Noemí, María, y cada una de ellas era mejor que la otra, siempre según el parecer de cada pagafantas al que preguntaras.
Y todas eran hermosas y con cierta tendencia inefable a la perfección. Cierta falsa tendencia a la perfección. O a la perfección según ellos. No tenían defectos. Les hacían llorar por las noches y rezar a Dios o lo que fuera para que ellas un día…Ellos sin embargo no eran nada agraciados. Eran feos. Muy feos. Por eso el resto de los hombres no les veían peligrosos. Y hasta los novios les dejaban sin problemas, sin celos en compañía de sus novias toda la tarde. Incluso en la casa, en la habitación de ellas.
Eso les impedía, según ellos, llegar a ellas. Eran feísimos. La gloria era para otros, para los guapos. La Gloria y todas las demás.
Por suerte para ellos siempre había una fea que al final les quería, o más bien quería casarse con ellos y les acompañaba (que era lo más que podían conseguir, compañía) durante toda la vida.
Los más afortunados llegaban a querer a esas otras mujeres. Otros no.
En los foros de pagafantas se daban consejos de cómo dejar a la mujer amada. No verla en un día, luego la ves y estás dos sin verla. Luego cinco sin verla y un día con ella y así hasta que no la tengas que ver más. ¿Y si me llama? No seas absurdo, ¿cuántas veces te ha llamado en la vida? Ninguna. Pues eso. Pocos lo conseguían. Lo que sucedía era que ellas al final encontraban a otro y les daban de lado. Y ellos se quedaban con un palmo de narices y más tristes que un móvil lleno de fotos de un perro.
Eran, sin embargo, tipos optimistas estos pagafantas. No cejaban en su amor por más que todo les fuera mal. Eran como un aficionado del Atleti, que perdía por tres y decía, bueno, aún quedan seis minutos. Y ellos creían, a pesar de no tener ninguna opción ni oportunidad. Pero soñar es gratis. Y ellos soñaban y soñaban y soñaban. Era tan bonito soñar. Todos soñaban con ser el Gran Pagafantas. Aquel que consiguiera ser amado por su amada, aquel que consiguiera el sueño. Pero ninguno lo conseguía. Muchos soñaban sólo con ser capaces de meterse en la cama de la chica, de poder, por qué no decirlo, acostarse con ella, darse al menos ese gran capricho. Pero pasaban generaciones y generaciones de pagafantas y ninguno lo conseguía. Se hizo mítica la historia del que hasta el momento era el Gran Pagafantas.
Mateo, con ese nombre no se esperaba de él otra cosa que ser un pagafantas, consiguió que un día esa mujer, la gran mujer, la mujer a la que amaba… le diera un beso. Es lo más a lo que ha llegado nunca un pagafantas. A nada más. Ella, de nombre Lidia, estaba un día borracha. Él la cuidaba. Ella lloraba. Otro la había dejado. Él, Mateo, odiaba a aquel otro. Le hubiera partido la cara. Y así lo dijo. Y ella entonces, entre la confusión, la pena y el agradecimiento, le besó. Tampoco se crean que fue una cosa espectacular. Fue un piquito. Una cosa más bien triste. Pero ese beso, ese gesto, se hizo mítico y todos querían ser Mateo, y pagaban copas y copas a sus amadas a ver si borrachas… y criticaba y criticaban a los otros a ver si enfadadas… pero no había manera. Nadie lo conseguía, ninguno lo repitió. Por eso Mateo era el Gran Pagafantas, el único que había conseguido un beso.Grandes tipos estos Pagafantas, generosos y optimistas, amantes, de amor bonito. Poetas. Artistas. Dios les bendiga y les proteja. Falta hace.

lunes, 27 de abril de 2009

FERNANDO PERDIGUERO - ÓSCAR PIN. CREATURA Nº 39

Fernando Perdiguero es un nombre básico en el humor español. Es un doble nombre. El de un padre y un hijo que, cada uno en su tiempo y a su manera, hicieron que un género o una forma de contar las cosas llegara a cotas difícilmente igualable. Dice Antonio Mingote que no es que ya no haya un género humorístico, sino que ese género ha conseguido introducirse en todo, acoplarse a todo y que así es muy difícil encontrarle solo. En parte estas palabras son ciertas. Hay mucho humor mezclado en muchas cosas. Pero por desgracia aún no está en todo.
Fernando Perdiguero es el nombre del gran factótum de La Codorniz, su secretario. Perdiguero, conocido como Cero o Menda en sus alías más famosos, era el brazo ejecutor de la gran revista humorística, espejo de muchas que nunca consiguieron ese reflejo. Álvaro de Laiglesia era el director, la cara. Perdiguero era el secretario, el brazo, la cabeza, las piernas y la cabeza de la revista.De este hombre injustamente tratado, detenido y afortunadamente indultado es hijo el otro Fernando Perdiguero, del que hablamos hoy. El segundo Perdiguero, que siempre ha firmado como Óscar Pin y al que así llamaremos para no complicar mucho la cosa, inicia su colaboración en la revista muy jovencito. Desde muy niño, imitando a su padre, se encierra en su habitación a escribir, a hacer humor. Escribe las cosas que le divierten, que le hacen reír. Su padre en principio dibujante pasa después a la palabra. Pin es narrador desde el principio y su obra resume perfectamente la evolución y el esplendor del humor en la segunda mitad del siglo XX.
Cero comienza con Mihura, Tono y Neville en las revistas de los años 20, y su humor tiene mucho que ver con la vanguardia. Ruptura de tópicos, visión atípica de la realidad, desmontaje de la sociedad, sobre todo a través del lenguaje que es lo que configura la realidad, la vida a las gentes.
Con ese bagaje llega la segunda generación de humoristas. Más realistas, por necesidades del guión (recrudecimiento de la situación económica, social y sobre todo política) y por la petición del público (o del director de la revista en nombre de ese público). Este humorismo más realista cuenta con nombres ilustres que aún perduran, con su obra o en nuestra memoria. Mingote, Azcona, Gila, Chummy Chúmez, Evaristo Acevedo, Laiglesia, Pin, y muchos más publican en periódicos, revistas, novelas, teatro, cine. Su obra vuelve la cara a la realidad, no para criticarla (no se puede, la censura aprieta, el régimen castiga), pero sí para contarla y que ella misma se retrate.
En ese ambiente, protegidos por el idealismo de la primera generación y aupados por el éxito y la necesidad de un humor más realista, los nuevos autores combinan las dos expresiones consiguiendo un producto que sirve a la vez de regocijo y conocimiento de la realidad, siquiera sea por omisión.
Conviven con la antigua tendencia, pero su visión es distinta, necesariamente.
Las novelas y los cuentos de Óscar Pin tienen, dentro de lo posible, un píe en cada extremo de las posibilidades. Jugando con lo real y con la imaginación. Con el ataque al tópico y la visión de lo real y criticable. Esta combinación es difícil y por ello hay que prestar mucha atención en lo leído para encontrar lo que decimos. La obra de Óscar Pin es extensa y se extiende hasta prácticamente nuestros días (prepara una nueva novela y hace un año salió una Antología Breve). Se inicia con El rey y Mari Pepi, un debut más que interesante. Es una novela en la que encontramos todo lo bueno del humor del 27, destrucción de tópicos lingüísticos y sociales, configuración de un mundo particular donde las reglas son parecidas a las del mundo real, pero no son las del mundo real, dándole un cierto aire de parodia. Tal vez destaque la creación de un gag que después será muy aplaudido cuando Mihura lo incorpora a Maribel y la extraña familia, el padre de Mari Loli trabaja de visita en casa de unos señores. Y no sólo eso, también de “coco”. Destacables también son Cuando no hay guerra da gusto, Los náufragos del Queen Enriqueta, Divina comedia dos, Devuélveme la visa, nena o El Cambiazo, donde encontramos a un hombre atrapado en un ministerio casi eternamente por culpa de la burocracia. Una obra rica, divertida, con matices, de un escritor, que como todos los de su género es poco apreciado.

domingo, 5 de abril de 2009

PANTOFILIA. DELIRIO VANO É QUESTO! CREATURA Nº 38

- ¡Pantofilia!
- ¿Pantofilia?
- Sí, pantolofilia.
- Pantofilia…
- Sí, y deje ya de repetirlo, pantofilia, pantofilia, pantofilia.
- ¿Qué es la pantofilia, doctor?
- Una vez más te repito que no soy doctor, que soy psicólogo.
- ¿Qué es la pantofilia, psicólogo?
- No me llames psicólogo, sabes como me llamo.
- ¿Qué es la pantofilia, Jacinto?
- La pantofilia es un trastorno poco grave, no tienes que preocuparte.
- ¿En qué consiste?
- Bueno, yo sólo le pongo nombre, la definición seguro que tú la conoces mucho mejor que nadie. Es básicamente lo que te pasa a ti. De hecho, no la he descubierto en ti, pero casi, casi, hay pocos pacientes de esto en el mundo.
- Pantofilia… Me dices más o menos en qué consiste, es para explicárselo a mis amigos y a la gente que me pregunte.- Viene del griego, “Pan”, todo, “filia” amor. Es decir que te gusta todo, que todo te parece bien, te parece bonito, amable, necesario, que todo te atrae.
- Ajá.
- Sí. Mira esta foto de Elsa Pataki, ¿qué te parece?
- Me gusta mucho, doctor.
- No me llames doctor.
- Bueno, me sigue gustando mucho.
- Vale, mira esta de mi portera barriendo el portal, con el pelo sucio y sus 63 años.
- Me gusta mucho.
- Vale, mira esta foto de George Clooney.
- Me gusta mucho.
- Bien, y esta del feo de los Calatrava…
- Me gusta, ¿por qué dice que es feo? No es nada feo, tiene una belleza fabulosa.
- ¿Ves? A eso me refiero con lo de la pantofilia, con lo de que todo te gusta, no sabes discriminar lo bello de lo no bello y todo te gusta y te parece bien.
- ¿Por eso mi extraña afición última de alabar la belleza de los hombres?
- Sí.
- ¿Y por eso que todo me parecía bien y me gustaba?
- Sí.
- ¿Y por eso me gustaba hasta la comida del bar de debajo de mi casa?- Por eso mismo.

Después de toda esta conversación Damián salió de la consulta del psicólogo. Estaba más tranquilo. Había pasado unos últimos días muy duros. Todo le parecía bien. Todo era bello y bonito.
Veía un hombre por la calle y le daban ganas de decirle un piropo retrechero y de seguirle y de pedirle el teléfono y de invitarle a una copa o dos, o de ponerle un piso.
Pero le pasaba también si se cruzaba con una señorita. Y si se cruzaba con una mujer. Y si se cruzaba con un perro.
Todo esto le sumía en una confusión enorme. ¿Seré homosexual? ¿Seré tonto? ¿Estaré volviéndome loco?
Sólo la última respuesta era válida. Ahora tenía que aprender a vivir con este trastorno tan raro, aprender a no hacerle caso a lo que antes no le hacía caso y seguir haciéndole caso a lo que le hacía caso.
Los consejos del psicólogo habían sido que se relajara que no pensara las cosas que siguiera viéndolo todo y que aprendiera, que con el tiempo el estado de ansiedad en el que vivía se pasaría.
Se puso a ello con temor, le resultaba muy difícil, no sabía discriminar lo feo y todo era bueno y bello. Todas las gentes hermosas, todas las cosas bellas, todas las cosas deseables. El problema principal era conservar su estatus de heterosexual. Le resultaban atractivas las mujeres. Y ahora veía a los hombres también como hermosos. Lo único que los diferenciaba era que a los hombres no quería practicarles las mismas cosas que a las mujeres.
Pero la vida le resultaba dura. Miraba a los hombres por la calle. Y eso no le parecía bien. Y miraba a las mujeres por la calle. Y eso no le parecía bien. Vivía una vida distinta a la que quería.
Incluso miraba a los perros. Y él odiaba de siempre a los perros.
Necesitaba un sistema para poder abstraerse de todo. Se le ocurrieron dos: rechazar las ideas y sumergirse en ellas.
Rechazar las ideas era difícil y le hacía poner caras raras. Así nunca conseguiría novia.
Sumergirse en las ideas era duro. Seguía sus ideas hasta lo más absurdo, hasta el momento en que besaba o peor a un hombre, a un perro, a una marmota. Hasta encontrarlas el punto divertido. Era divertido imaginarse morreando a un loro, a una tortuga, a una marmota (qué bigotes más bonitos y más suaves tenían las marmotas) pero encontrarle la gracia a verse morreándose con el conductor de la EMT era difícil al principio. Luego le fue cogiendo el punto. Y se veía morreando a todo el mundo. Al cobrador del frac, al estanquero, al perro policía, a la vecina. Eso sí que era pantofilia. Todo el mundo amado y querido por él.
Un día le sucedió que no consiguió imaginarse con una mujer. Esa habría de ser la suya.

lunes, 23 de febrero de 2009

RETÓRICA. LA ALITERACIÓN. CREATURA Nº 37

Comenzamos hoy una nueva experiencia en esta sección. Vamos a explicar un poco que es la retórica y sus figuras, ¿por qué? ¿para qué? Buenas preguntas siempre. Porque así se entienden mejor las obras literarias o con propósito literario. Para que así entendamos mejor estás obras.
La retórica y sus figuras son esas cosas que nos explican en el colegio (y que se siguen explicando) cuando se trata de que entendamos mejor los textos. Una vez pasado el colegio (e incluso en este) la gente se olvida de la retórica, de sus figuras, de para qué sirve y de cómo son.
El humilde propósito de esta sección es el de explicar y rescatar algunas de estas figuras retóricas y acercarlas a los lectores, improbables sin duda, de este fanzine y esta sección.
Comenzamos hoy con una de las figuras más sugerentes, la aliteración. La aliteración consiste, en una definición doctrinal en una figura que, mediante la repetición de fonemas, sobre todo consonánticos, contribuye a la estructura o expresividad del verso.
O lo que es lo mismo en una forma más llana: la repetición de letras o sonidos para crear una sensación en lector o mejor dicho en el receptor.
Veámoslo con el ejemplo clásico:
“Bajo el ala aleve del leve abanico…” Vemos la repetición de la letra y el sonido “l”, que da sensación de que ese abanico está sonando, está siendo agitado y suena “lllllll” o “flap flap flap”.
Dice la definición que la repetición se hace con fonemas o sonidos consonánticos, pero vemos como aquí también la repetición de la “a” ayuda a remarcar ese sonido.
Pero como la función de la sección de hoy es ser útil y aprovechable para el lector acerquemos la aliteración al arte popular.
Por ejemplo la canción pop o pop – rock, tal vez el más popular de todos los artes actuales.
Comencemos con un ejemplo de los 80, Radio Futura en su canción han caído los dos: “Han caído los dos, cual soldados fulminados al suelo (…) vigilados por el ojo incansable del deseo voraz sometidos a una insoportable tensión de silencio.” Vemos en este último verso la repetición de la letra o sonido “s”, que como un susurro se nos va colando en la cabeza o en el oído. ¿Qué indica dicha repetición? Pensemos en el sonido que oímos “ssssssss” repetido. ¿Qué suele indicar dicho sonido? Pues aunque sea un contrasentido ese es el sonido que se utiliza para pedir silencio. Repasemos el verso: “sometidos a una insoportable tensión de silencio” parece que no es algo aleatorio, que esa repetición es buscada, que nos indica adrede silencio, palabra con la que termina la frase. “sssssss” callemos pues.
Busquemos más ejemplos. La canción ahora es Prometeo de Extremoduro. Toda la canción es una continua aliteración de un sonido. Pero fijémonos en una parte concreta: “… me revuelco por el suelo y me revienta la polla de pensar en ti: me desangro y riego tu jardín…”
Evidentemente el sonido repetido, aliterado, es el de la vibrante múltiple “rr” toda la canción se queda en el oído con ese zumbido constante “rr” de hecho a continuación sigue la canción “Ronca de madrugada…” ¿Pero es el del ronquido el sonido que nos quiere indicar el autor? No lo parece. El sonido “rrr” es más indicado (y así aparece en algunas onomatopeyas, del cómic por ejemplo) para mostrar enfado, mal humor: rabia al fin y al cabo. Y toda la canción despide esa rabia concentrada en esos versos que hemos remarcado: “… me revuelco por el suelo y me revienta la polla de pensar en ti: me desangro y riego tu jardín…” Rabia por la desilusión amorosa. Por el desamor. O, en una canción de este corte, por no llegar a la culminación del amor “… me revienta la polla de pensar en ti…”
Un último ejemplo, de una canción de éxito, Por la boca vive el pez de Fito y los Fitipaldis: “…no quiero ver la aurora, quiero mirar tus ojos del color de la coca cola…” Al buscarse habitualmente la eufonía (sonido agradable) en las composiciones, una aliteración del sonido “k” no será fácilmente encontrable. Aquí Fito consigue una aliteración de este sonido y que además no sea cacofónico, sino que sea eufónico que suene bien, y se quede. Esta repetición parece indicar dureza, aspereza. Así lo que se encuentra en esos ojos marrones, duros. Y así no hay más que buscar en otras canciones, poemas, o cualesquiera expresiones lingüísticas.

viernes, 6 de febrero de 2009

LA PAREJA PERFECTA. DELIRIO VANO É QUESTO! CREATURA Nº 36

La pareja perfecta había sido presentada por unos amigos, como todas las parejas perfectas. Y sus amigos, gente original sin duda, les dijeron antes de presentarlos: “Has de concerlo, es perfecto para ti” y al revés. Y una vez presentados y emparejados decían a todo el mundo: “Hay que ver, que pareja más perfecta hacen estos dos”. Y quienes les habían presentado sacaban pecho y decían: “nosotros, hemos sido nosotros los que los hemos presentado” como diciendo, “sí, sí, son muy perfectitos, pero si nosotros no los presentamos y se lo decimos aún seguirían solteros los muy merluzos, o aún peor, estarían con una pareja que no sería la suya, la perfecta para ellos.”
¿Por qué eran la pareja perfecta? Bueno, todos conocéis alguna de esas parejas que son perfectas, que terminan las frases del otro, que son iguales de guapos, que tienen unos gustos similares, que saben besarse en el momento exacto, que llevan una ropa similar y perfecta la una para el otro, como si se hubieran llamado y se hubieran combinado expresamente antes de salir para parecer perfectos.
Además siempre eran muy atentos el uno con el otro, siempre juntitos, diciéndose sus bondades, sin tonterías, sin estupideces, dándose cariño y dándose amor sin cortapisas y en el momento justo. Eran pues la pareja perfecta y como tal eran la envidia de todos los que los miraban y que pensaban o decían: “Yo quiero eso” “Yo quiero que me cojan de la mano y que me abracen y que me paguen las copas y que me den un pañuelo si tengo mocos y que me den dinero para pagar las copas y que me quieran como ellos se quieren, yo quiero eso.”
Su boda, ni que decir tiene, fue perfecta. ¿Esperaban ustedes otra cosa? Se casaron en la iglesia más bonita, con el más bonito día de primavera de la historia, la novia iba guapísima y el novio dijo unas palabras fantásticas, propias del mejor y más enamorado de los poetas. Las palomas aquel día abandonaron la plaza de la iglesia y en lugar de arroz una lluvia de pompas de jabón, pétalos de rosa y algodón de azúcar cayó sobre los novios al abandonar la perfecta iglesia que acaba de asistir a la confirmación ante Dios y ante los hombres de su amor perfecto.
La luna de miel fue perfecta. Y la aprovecharon para aliviar la miseria de algunos pueblecitos del país que visitaron. ¡Qué encantador detalle!
Su casa era perfecta, más que las de las revistas, y su coche era tan brillante que por la carretera de noche y con niebla se sabía que en él iba aquella perfecta pareja. Sus amigos no se cansaban nunca de ellos, siempre eran ingeniosos, educados, preocupados, eran los amigos perfectos. Daban unas cenas estupendas, donde, a pesar de ir todos borrachos, una perfecta borrachera, nadie decía impertinencias y era todo perfecto, hasta los chistes tontos de los borrachos. La pareja perfecta se pasaba el día juntos, trabajaban juntos y hacían un gran trabajo. No precisaban de nada ni de nadie más. Hacían mucho dinero y grandes negocios, pues todo el mundo se fiaba de ellos.
Todos querían saber el secreto de aquella perfección y cuando lo preguntaban, ambos se miraban tiernamente y decían “Somos así, eso es todo”.
Y eso era todo.
Eran así.
Empezaron a aparecerles imitadores, gentes que querían ser como ellos eran, gente que quería esa perfección y esa felicidad que destilaba la pareja perfecta.
Trataban de sonreír igual, de imitar su vestuario, su comportamiento, eran amables, atentos, educados con su pareja. Pero no les funcionaba. Al cabo de cuatro o cinco semanas estaban tan casados y aburridos el uno del otro que no querían volver a verse jamás en la vida.
Algunos consiguieron aguantar años enteros haciendo lo mismo que ellos y se querían y eran felices, pero su felicidad siempre acababa truncada por algunas cosas, detalles pequeños que al principio parecían encantadores, pequeños fallos que eran el alma de su relación de repente se fueron convirtiendo en momentos de una abrumadora pesadumbre. En un constante cabreo. Reprimido, sí, pero cabreo. Pero disimulaban y daban un paseo y se daban, en secreto, escondiendo en el coche las botellas, a la bebida. Volvían a casa borrachos y ya dispuestos a aguantar lo que nunca hubieran aguantado si no fuera porque veían que esa felicidad era perfecta y que se podía conseguir. Los más listos, los que más se querían, se daban cuenta después de un tiempo de mucho sufrimiento, que lo mejor era no imitarlos. Y que si tenían que irse tres días de borrachera con los amigos, o ver el fútbol o eructar delante de su pareja, no habría problema, pues al fin y al cabo se querían y si se querían que más daba que fueran o no perfectos.
El resto fue infeliz. Y una ola de infelicidad cubría gran parte de la ciudad por culpa de aquella pareja perfecta.
Ellos mientras tanto seguían siendo igual de perfectos, igual de guapos y de bien avenidos, igual de estupendos y encantadores. A nadie le extrañaba verlos siempre juntos, sonriendo, verlos siempre con ese aire de felicidad.
Lo que nunca nadie supo era el secreto de su felicidad. Ese secreto que ambos conocían y que no querían contar, y que no podían contar porque sería ya un poco tonto y porque habían mantenido su posición y su fama durante muchos, muchos años.Ese gran secreto era que no se querían, que no se habían querido nunca, que simplemente se toleraban, que estaban juntos por no estar solos, que actuaban ante los demás, para parecer lo que no eran y que actuando a veces hasta conseguían un esbozo de felicidad, pero no eran felices sólo lo parecían. Y nunca conocieron el amor, y el enfadarse por quererse, y la pasión, y la reconciliación y el miedo a la pérdida. Sólo fueron capaces de fingir.

viernes, 9 de enero de 2009

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS. CREATURA Nº 35

José Antonio Muñoz Rojas, nacido en 1909 en Antequera, es tal vez el poeta vivo español más nombrado en las quinielas que se traban en relación con los distintos premios literarios que en este país se dan. Eterno y ninguneado candidato al Cervantes, cada año parece que su no concesión al poeta malagueño será la definitiva, pues cada año parece que no llegará a la próxima elección. Opinión normal si tenemos en cuenta que el poeta roza ya los cien años de vida.
Pese a su edad el poeta ha vivido una senectud prolífica y según muchos es la mejor etapa de su producción.
Esta producción se inicia a finales de los años 20, alejada, no obstante, de la fuerte presión que el momento ejercían los movimientos de vanguardia. Sus primeros libros están más en la línea neo-romántica que se enlaza con la obra de la llamada generación del 36 : Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales, Leopoldo Panero y el más tardío José García Nieto. Este grupo está a la vez vincula a la producción del “recreador” de la poesía romántica en el siglo XX, Pedro Salinas, cuyo silencioso apradinajmiento sobre este grupo es más que evidente.
Su poesía es pues, más clásica que vanguardista, más tradicional que rupturista. Con unos temas que van más a lo personal que a lo universal. Con una visión particular del mundo, desde el yo, desde la visión íntima del poeta, que no traba relación con lo universal, con los problemas colectivos del hombre. Su poesía es íntima. Es propia. No busca ejemplarizar ni socializar al hombre. Sólo contar la realidad tal cual la ve.
Sin embargo su producción inicial y segunda andan un poco perdida en un mar de poetas que se expresan sobre los mismos temas y con cierta similitud en formas que hacen que para distinguirse un poeta tenga que sobresalir mucho. Este momento le llega a Muñoz Rojas en el año 54 y con un momento trágico. En ese año publica el autor la primera versión de sus Cantos a Rosa. Poesía amorosa en la que encontramos una distinción. Rosa, la mujer y amada del poeta ha muerto. Es un libro, pues, de elegías. Tal vez contenga las mejores elegías de la segunda mitad
Del siglo XX, tras las dedicas a Ramón Sijé por Miguel Hernández y la doble al torero Ignacio Sánchez Mejías. “¡Es tan bello cantarte! Yo estaría cantándote y cantándote (...) soñando en detenerla se me fue la vida.”
A partir de este libro el poeta no cambia su estilo, pero sí es más conocido por la crítica y el público. Su poesía es un un punto y seguido, no deja de crecer desde su inicio, pero no sufre variaciones fuertes en ningún momento. Es decir, que su conocimiento tiene más que ver con un aldabonazo en un tema poco manido que con una variación en sus formas y en sus temas.
De hecho el del amor será una constante en la poesía de Muñoz Rojas. Tal vez sea, junto con la vida y Dios, el gran tema de la poesía de Muñoz Rojas. “Hay compañías perfectas, las que no hablan y dicen tantas cosas sin hablar, (...) Los labios que tú sabes y no olvido” escribe en 2001 (Entre otros olvidos). En el mismo poemario encontramos: “No me dejes, tengo el corazón a medio romper”. O “Dije un día: la infinita extensión de tu cuerpo. Los poetas decimos a veces verdades que decimos sin saber” En este poema encontramos también otra de las preocupaciones fundamentales de la poesía del poeta antequerano: la propia poesía. Sus reflexiones sobre la poesía y la palabra llenan su obra. “Yo sólo sé escribir esto porque no sé hacer otra cosa” Objetos perdidos 1997. O “Escribir es morir, si alguien no espera la palabra, y la entiende y la hace suya.” Oscuridad adentro 1980.
Otro tema que recorre su poesía es del yo y su visión: “Si cuando pienso en la isla desierta no estuviera pensando en mí mismo (...) si me desenterrara y me rayera de este yomismo que soy, quizá fuera un hombre libre” Entre otros olvidos.
Por último destacar el tema de Dios: “¡Oh libertad de Dios ¡Oh vasta vida! ¡ Oh voluntad de paz que de ella mana!” Al dulce son de Dios 1945 “Señor que me has perdido las gafas, por qué no me las encuentras?” Objetos perdidos. Como vemos un Dios cercano, como una poesía cercana, de palabras fáciles y directas, como toda las de Muñoz Rojas. Poeta cercano al hombre y sus preocupaciones y su palabra. Se ha editado su poesía completa en verso: Obra completa en verso, Pre- Textos.